La pasada semana me crucé al zapear con 'Rambo Acorralado II' -filme mítico para toda una generación- y coincidió con esa escena en la que uno de los superiores del guerrero advertía sobre las intenciones del personaje interpretado por Stallone ante la curiosa 'batallita' que se avecinaba: "Eso que usted llama infierno él lo llama hogar".

Hay quien entiende como falta de respeto que nos refiramos a esta categoría como infierno, pozo o agujero negro, considerándolo despectivo con clubes y ciudades rivales. Yo creo rotundamente que no: es más, el único desprecio que se hace con ese tipo de afirmaciones es hacia esos jugadores y hacia esa gestión que reunió a la peor plantilla de la historia en el peor momento posible. El respeto a los contrincantes es tal que, salvo tres y el del tambor, en Huelva nadie da nada por hecho pese al ritmazo impuesto por el Decano y como refrenda el saber estar con el que los cientos/miles de albiazules visitan los singulares campos ajenos cada domingo: cero arrogancia, cero miradas por encima del hombro, cero prepotencia. Aquí, desde hace tiempo, se sabe lo que es vivir en la más absoluta humildad por las circunstancias que todos sabemos y esa cualidad forma parte del estandarte recreativista tipo. Como debe ser.

Por mucha diferencia de presupuesto, cantidad de aficionados, peso del escudo y tal, a mí me sigue asombrando la capacidad de adaptación de los de Gallego a este trayecto y a sus paradas. El Recre ha hecho suyo este averno como hogar hasta poder cerrar una semana vital tras picar piedra como un condenado en Los Barrios, remontar a lo grande a un buen Xerez y vencer, sudando más de lo previsto, al atrevido Pozoblanco. El curso pasado, intuyendo que esta sufrida afición seguiría apoyando muy mucho a su equipo a pesar de los pesares, titulé una platea 'Del Bernabéu a Cartaya' hablando de que aquí, faltaría más, se iba a estar a las duras como se estuvo a las maduras. Ahora toca el Rodríguez Salvador. ¿Ven como es imposible considerar este infierno deportivo algo despectivo? Si cada rincón de Cartaya es un paraíso del que Huelva entera no puede parar de presumir… Que vida el derbi. Y a disfrutar.

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