Parece lógico que todo el mundo defienda sus intereses y se ampare en la justicia cuando lo estime oportuno. Deportivo de la Coruña, Numancia y compañía están en su derecho de rebuscar hasta la última pestaña posible, por muy disparatada que parezca, para intentar evitar el descenso, un desastre en lo deportivo y una calamidad en lo económico. Y si hay equipos que ven la oportunidad de colarse en la fiesta harán bien en intentarlo, aunque suene a feria. No sería la primera vez que el fútbol español hiciera una locura para dejar a todo el mundo contento, como aquel verano del 95 y la manga ancha con Celta y Sevilla, quienes pasaronde estar en la tercera categoría del fútbol español a recibir el gran perdón por el conocido procedimiento de la vista gorda comunitaria.

Mirando para casa es imposible no recordar con una sonrisa cierta noche -inolvidable- en la que el Decano se libró de un descenso en los despachos, y bien merecido lo tuvo por cumplir mientras otros no lo hicieron. No hubo siquiera que acudir a los tribunales, sino enviar a cierto personal a Madrid para montar vigilancia y evitar cualquier chanchullo a espaldas del club el famoso día de autos, que cualquiera sabía. Qué tiempos aquellos en los que la humildad, dentro y fuera del campo, nos llevó a grandes cotas; qué poquito les duró a algunos esa humildad, lo que terminó por cavar una tumba económica que hoy aún se sufre y que hay quien quiere pasar por alto. Conviene recordar de vez en cuando que el enterrador madrileño no vino solo y que esta durísima etapa de la que todavía se intenta salir no ha surgido por generación espontánea.

La última jornada en Segunda y la inminente reestructuración de Segunda B han provocado un volcán de propuestas para solucionar la papeleta. Desde clubes no profesionales con toda la guasa del mundo hasta entidades y personas supuestamente serias todos soltaron sus fórmulas en las que, casualmente, sus clubes siempre salen beneficiados. Entre comunicados, proposiciones, denuncias y reformas es todo tan complicado que lo más justo para esta situación es evidente: devolver al Decano a Primera División con plaza perpetua; el resto, que se apañe como pueda. Ya que no estuvimos en la primera edición de la máxima competición hay que resarcir tal error e injusticia histórica y meternos en la próxima categoría de oro. Será lo mejor, como tomarse esto con algo de humor…

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