De Pedro (Pata), de Rubén (Serrano) y de Ale (Limón). Y de Barroso, de Gálvez y de todos aquellos que se vayan sumando a la causa. Porque son de la casa, como nos gusta decir, pero no por simple chovinismo choquero: aquí se ha adorado hasta la extenuación a gente como Núñez, Aitor, Barber, Javi García, Luque o Merino, entre otros, sin tener ninguno de ellos DNI onubense sino porque se lo merecieron. Me refiero a que en estos momentos de tinieblas deportivas (que los árboles no nos impidan ver el bosque) la savia nueva local da un puntito especial a esta temporada singular, y porque los veteranos huelvanos también tendrán que salir al paso cuando más falta haga, que la hará. Ese paso al frente no siempre se ha dado o no se dio como se debía; sólo hay que echar un vistazo al denigrante curso anterior cuando muchos no se enteraron, ni otros se lo hicieron ver, de qué iba vestir -defender, más bien- la camiseta del Decano.

Y hay que hablar de estos jovenzuelos porque tienen muy buena pinta. Sin perder de vista que esto acaba de comenzar y que la categoría es la que es, el descaro del puntaumbrieño, la puesta de largo de Limón o la jerarquía mostrada por Serrano en lo poquito que hemos podido ver de él confirman lo de siempre: de aquí salieron continuamente jugadores que poco han tenido que envidiar a otros que gozaron de preferencias insólitas y de más oportunidades de las debidas. Para refrendar lo que se intuye de ellos hay que tener la valentía de ponerlos (Gallego no tiene pinta de achantarse) e igual de importante será obtener provecho cuando nos abandonen; veremos si Alejo saca nota en esto, porque hasta la fecha el saldo histórico ha sido paupérrimo.

En este rincón tampoco se puede dejar de hablar de la ilusión de la grada -sigo boquiabierto por el ambiente del Colombino en 3ª RFEF- ni de, como decíamos ayer, el cariño que recibe el pionero. Si en Lucena cantaron eso de "el Recre es de Primera", el gesto del Antoniano con lo de la vestimenta es para quitarse el sombrero mil veces. Hay mucha clase de clubes…y clubes con mucha clase; ésta no se compra con dinero ni va ligada sólo a la categoría o a grandes triunfos. Se ve que, a los de Lebrija, la clase se les cae de las manos. Chapeau por ellos.

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