Análisis

José Ángel González

El fútbol de la vieja escuela

El Recreativo de Huelva ha de aspirar a ser un bloque sólido y compacto. Y no hablo del equipo de este año, que no da demasiadas muestras de alcanzarlo por los avatares que sigue sufriendo el club en esta temporada. Hablo del estilo y las bases que debe comenzar a construir lo antes posible con miras a medio plazo.

El Decano jugó el pasado domingo ante un equipo parejo en la tabla clasificatoria, el Badajoz. Y lo disputó con determinación. Las bases del éxito en Segunda División B no residen, desafortunadamente para el espectador, ni en el preciosismo ni en la combinación. Si alguien espera eso en esta categoría es un romántico empedernido.

La solidez atrás, el dominio del tiempo del partido, la presión y el empuje arriba son armas más que suficientes para pelear por estar en la parte alta de la clasificación. Un estilo al que podemos llamar pelotazos, despejes orientados (así los definía Caparrós en el año del ascenso a Segunda A) o juego directo… pero que es obvio que funciona porque a este Recre le ha valido durante muchas jornadas.

Del partido ante el Badajoz son reprochables los minutos de desconcierto y asfixia que vivió el equipo en momentos puntuales de la segunda parte, agobiado por el empuje del rival y los nervios propios. Ahí faltó la solidez y el bloque que aún necesita alcanzar la escuadra albiazul.

Sin embargo, el Decano tiró de estrategia para parar el partido con Marc Martínez sobre el césped y de táctica para meter a un segundo punta, Gorka Santamaría, que peleara los rechaces y diera un respiró a la delantera.

Otra puerta a cero, ninguna ocasión clara en contra y cuatro a favor, con dos tantos. Gol en un detalle de pillos, de esos tan importantes en esta categoría. Y recuperación de jugadores importantes que ayudan a dar equilibrio al equipo.

Sólo desde la tranquilidad y la estabilidad pueden llegar resultados si hay un plan, sin inventos ni humo. En Segunda B, como en otras tantas categorías, el espectáculo llega con las victorias. No hay nada más, ni nada menos.

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