Han pasado ya catorce años y todos lo recordamos como si fuera ayer. Nadie olvida aquella noche de Elche en la que tocamos el cielo con las manos. No hay onubense que no sepa dónde estaba el 28 de junio de 2003. Fundamentalmente porque una gran mayoría estaba en el lejano Martínez Valero de Elche y los restantes sentados ante el televisor (y los muchos que no habían nacido nos han oído recordarlo con frecuencia).

Las obligaciones me pillaron ya dentro del Martínez Valero cuando el Recre llegó para disputar su final de Copa del Rey. Estaba en la zona de prensa cuando el gentío me hizo buscar un balcón para presenciar una imagen imborrable que me ha asaltado con insistencia durante la semana. Como aficionado y como periodista me impactó ver el autobús del Recre flotando en un mar de aficionados recreativistas. Todavía no se habían puesto de moda las quedadas. Hasta en eso fuimos pioneros. Fue increíble.

Boquiabierto escuché a mi lado la admiración sincera de una voz familiar. Era Víctor Espárrago, leyenda viva del recreativismo, y que participó como comentarista para otro medio aquella noche. Sus palabras se me quedaron grabadas: "He jugado tres mundiales y he ganado Libertadores, pero nunca viví algo así". Dicho por un mito de este deporte da valor a lo que hizo el recreativismo aquel día y el impacto que puede tener en un futbolista.

Hoy la afición dará una nueva lección. Cuando a las 18:30 llegue el autobús el Nuevo Colombino tendrá lugar una reedición de aquel recibimiento. En el interior del autocar habrá jugadores que se frotarán los ojos y otros que soñarán despiertos. Casi ninguno a lo largo de su carrera habrá vivido algo así y muchos no lo repetirán. Tampoco en el bando contrario. Huelva está preparada para jugar su partido. Es nuestra final.

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