Aestas alturas de la película ya no sabe uno qué pensar. Si no es por el viento es por la lluvia, o por el campo, o por la mala suerte o porque el rival tira una vez y media y te gana el partido. La realidad es que siempre está la disculpa perfecta para justificar algo injustificable. Escribía la semana pasada que todo lo que rodea al club tiene en la afectación al vestuario. Y sigo manteniendo la teoría. Pero una cosa es eso y otra que van pasando las jornadas y el equipo no reacciona. Y ha llegado el momento de la verdad. O sacan esto los jugadores o no lo saca nadie. Y ahora, hecho el balance de lo que debió ser y no ha sido, esta plantilla, hecha para mirar al cielo, se encuentra a las puertas del fuego y hay algunos a los que el semblante les delata. No están vacunados para estos trotes y ese es el temor. Particularmente no veo al Recre peleando por la salvación hasta las últimas jornadas. Pero ya hay quien me mira mal, como advirtiéndome que me equivoco. El caso es que mi mirada tampoco es la misma porque, sinceramente, no esperaba esto después de 30 jornadas. Tres puntos separan al Decano de los puestos de descenso y lo malo es que los de abajo puntúan semana tras otra, lo que acota terreno y sensaciones. Viene el Villanovense y ahora cualquiera que comparezca es una amenaza terrible para el Recre. Como en los últimos años, se precisa un golpe de mano, que alguien grite y reconozca la situación para afrontarla como hombres. Está en juego la vida albiazul. Y después de los esfuerzos administrativos y económicos, resulta que lo más importante vuelve a ser lo deportivo. Como siempre. Basta ya de paños calientes, de disculpas perfectas, de justificaciones carentes de argumentos. El partido del domingo es una final en toda regla. Y recuerdo que es Domingo de Ramos. Y se espera que los jugadores no lo conviertan en lanzas al pecho y latigazos al lomo. Que se dejen de historias porque hay potencial para solucionar la situación de otra manera. Que la afición apriete y que sientan la responsabilidad al mismo tiempo que el aliento. Aunque esto último deben ganárselo porque hasta el momento han recibido flores y halagos que no han merecido en ningún momento.

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