Análisis

josé antonio vieira roldán

La farola

A pesar de ser la farola de Huelva, yo la llamaré la farola de la Concepción

Llevamos un ritmo de vida tan acelerado, que los pequeños detalles pasan desapercibidos. Huelva está llena de elementos singulares, que sin llegar a ser señas de identidad, si son signos inequívocos de nuestra ciudad.

En esta primera colaboración de este año, el cuerpo me pedía que homenajeara a esa farola, que situada delante de la iglesia de la Concepción, ha sido y sigue siendo, testigo mudo de tantos episodios de nuestra ciudad y por ende de nuestra Semana Santa, pasando siempre desapercibida. Mi admirado don José María Segovia, la llamó, en uno de sus artículos publicado en el recordado periódico Odiel, en aquella sección, Huelva, Ayer, como la farola itinerante, por la cantidad de lugares donde había estado colocada. La Plaza de San Pedro fue su primera ubicación, pero ni yo soy la persona ni este el lugar para historiar a nuestra farola.

Actualmente, se encuentra en un lugar privilegiado de nuestra ciudad. Desde su discreta situación, es testigo todos los años de esa revirá, que es como se dice ahora, de los pasos para entrar en la calle Concepción. Actúa como secretaria de todas las hermandades, levantando acta de la estación de penitencia en la parroquia de la Concepción. En muchísimos casos, su pétreo pedestal se convierte en ese poyete, donde más de uno se ha subido para contemplar el paso de las cofradías por ese punto. Nuestra farola, con una presencia en nuestra ciudad más que centenaria, bien pudiera contarnos cientos de batallitas cofrades, de hermosas historias de nuestras hermandades, que difícilmente encontraremos en ningún libro. Es sin duda, la farola más cofrade de cuantas en Huelva son y tan integrada está en las tradiciones de nuestra ciudad, que todos los años, desde hace más de un cuarto de siglo, se la ve emocionada cuando ve partir hacia el Conquero al Coro de Campanilleros de la Virgen de la Cinta, en la madrugada del tercer domingo de agosto. Siempre he creído que entre ella y las campanas de la Concepción hay unanimidad en creer, que las cuatro de la madrugá del Viernes Santo, viendo salir al Nazareno, es el momento más sublime de todos los que vive en el año. Así es nuestra farola. Siempre se sintió muy cofrade, aunque nadie la homenajeó y nunca fue protagonista en un verso de cualquier pregón. Fue siempre muy discreta, tanto, que los onubenses de este ahora, no reparamos en lo hermosa que es. Ella lo entiende, porque sabe el estrés con el que vivimos nuestro día a día. Nuestra farola, se sigue esforzando diariamente, de forma perpetua, en iluminar el deambular de los onubenses cuando cae la noche. La sutiliza de su luz, aunque muy tímida, sigue siendo una ofrenda de amor para iluminar a cualquiera de los titulares de nuestras cofradías. No obstante, ella se siente jubilosa, se siente contenta de saber que sus bombillas son como la candelería de la Inmaculada del azulejo de la Concepción. Eso la hace muy feliz. Pasaran los años y nuestra farola seguirá, con su habitual discreción, viendo pasar las cofradías de Huelva por ese punto único, que es el centro de la Carrera Oficial. En sus conversaciones diarias con las campanas de la Concepción, dicen que siempre ha comentado que de todos los sitios donde ha estado, el de ahora es el que más le gusta. don José María la nombró como la farola itinerante. A pesar de ser la farola de Huelva, yo la llamaré como tantos onubenses; la farola de la Concepción.

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