Análisis

Manuel gómez Marín

La exigencia del ascenso frente a la cautela del cuerpo técnico

Abel Gómez acepta el desafío, pero evita la vorágine optimista y pide calma a la afición

El primer objetivo exprés que se impuso el Recreativo tras desplomarse de manera fulminante a las catacumbas del fútbol fue el regreso en dos temporadas a la Primera RFEF, es decir, ascenso por temporada. Ya cumplió un tramo porque seguir abajo en categoría de desahucio, que no correponden con la historia de la entidad, también provoca la desconexión competitiva entre la ansiedad y la impotencia de finiquito permanente. La propuesta del presente requiere poner en valor la recuperación de la autoestima como equipo para encauzar otro ascenso que le acerque un paso más al fútbol profesional, que es sinónimo a corto plazo hacia su estabilidad como entidad.

Esto lo sabe y lo entiende hasta el más ignorante en este mundo enloquecido y de intereses que envuelve el fútbol. El Ayuntamiento como dueño (representante legal de los paganos ciudadanos) ya trasladó en junio al consejo de administración que esta temporada se exige otro salto. Normal vista las necesidades y urgencias de salir del pozo. De ahí que la propiedad trabaje para dotar al proyecto sosiego, seguridad en los pagos y entereza cuando mejoran los balances presupuestarios. Abel Gómez es un técnico en fase de aprendizaje que aceptó el desafío, pero evita la vorágine optimista y pide calma. Los refuerzos se implican en la causa, llegan ilusionados y anticipan que están capacitados para soportar la presión y llevar al Decano donde merece estar.

Abel Gómez, siendo consciente de que el límite no admite discusión, no quiere prisas con el itinerario marcado de lo que está por venir en el horizonte y se escuda de que en el entorno del club y la prensa gusta la palabra ascenso. Su empeño es llegar a las 10 últimas jornadas con las opciones intactas. De momento reflexiona con los ensayos pendiente de que cada línea sea competitiva. Abel Gómez sabe que no solo hay que empezar bien y pese a ser cauto asimila dónde ha llegado frente a los deseos anhelados.

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