Acabada la Liga el recreativismo no termina de respirar en la naturalidad. Consciente de lo mucho que falta por hacer, vuelve a formularse mil preguntas, una detrás de otra, sin hallar respuestas convincentes. Confía, pero necesita hechos para hallar la paz interior. Es lo que tiene el Recre, que pocas veces ha estado en el sosiego. Y los últimos años están siendo de pesadilla permanente. Esto no hay cuerpo que lo aguante, dicen.

Se acabó la Liga, decía, pero la incertidumbre no cesa. Es como esas películas de terror en las que pone fin y no acabas de creértelo. De un momento a otro sale el asesino y dudas y si de paso saldrá de la propia pantalla. Así está el recreativismo ahora, sentado en el sofá esperando ver el arcoíris.

De todo esto tiene la respuesta el Ayuntamiento de Huelva. Y dice el alcalde, Gabriel Cruz, que espera sacar el pliego de condiciones antes del 30 de junio. El problema, y lo hemos dicho mil veces, es que la vida normal de una institución no casa con el fútbol, que exige respuestas inmediatas. Nunca se paró un balón en la línea para poder responder una pregunta.

Se intuye que el Recreativo se quedó destrozado por una gestión anterior que no se llevará ningún premio a lo consecuente y el sentido común. Y se intuye que poner todo al día, más o menos, lleva su tiempo y se exige que una vez todo en orden no se vuelva a cometer el mismo error. Hasta ahí, de acuerdo. Pero es tan delicada la situación de las personas que han estado al frente para mantener en la vida al Decano que la desesperación es la referencia, su vida natural. Y eso necesita una respuesta concluyente y acertada, casi inmediata. Porque es posible que pueda existir un término medio que alivie dolores y penas. Ya las palabras no alivian. Se precisan hechos. Y por eso mismo hay que acelerar lo máximo posible. A riesgo de que te pongan una multa.

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