Amí me pilló haciendo el peculiar ritual previo al complicado proceso de acostar a los peques y con el Atlético-PSV de fondo, que era día de Champions. Cuando saltó la notificación en el móvil el tema estaba bastante claro: o era justo en ese momento y a la situación se le daba la vuelta como a un calcetín o ya no sería posible nunca. Y ese nunca, esta vez, era de verdad.

El próximo viernes cumplirá tres años aquel mensaje a la desesperada lanzado desde las entrañas del Decano: "Este sábado puede ser nuestro último partido". Uno sabía que, en realidad, el de esa jornada no sería el último duelo, aunque el escalofrío al leer esa frase dolió una barbaridad. Eso sí: parecía evidente que ese Recre-Granada B iba camino de convertirse en uno de los últimos latidos albiazules si el terremoto provocado no tenía los efectos esperados. Y había poco que echar en cara si eso hubiera acabado echando el telón; al contrario, honrar a los empleados por lo soportado, a los jugadores por no haberse plantado y a los siempre fieles simplemente por eso, por ser fieles, que no era poco.

El resto ya es historia. Perdón, Historia, con hache mayúscula, porque desde ese día hasta hoy Huelva ha escrito una preciosa página de la Historia de su Decano: una campaña de salvación milagrosa, una operación de expropiación inaudita, una resiliencia sin igual en el césped y en los despachos, una inyección económica pública sin precedentes (monto, por cierto, recuperable, algo que suele olvidarse) y un respaldo en la grada espectacular. Pocas lecciones se le pueden dar a Huelva o al recreativismo sobre lo que es querer a un equipo de fútbol. Nos habremos equivocado mil veces, habremos pecado de ser poco exigentes y poco vigilantes otras tantas… pero lo logrado desde ese 15 de marzo de 2016 hasta hoy no hubiera sucedido en ningún otro lugar de España. Seguro. Todo el sufrimiento, todos los esfuerzos, todas las lágrimas derramadas desde entonces… ¿han merecido la pena? Cada jornada que veo a mi familia y a mis amigos viviendo con pasión lo que hace nuestro Decano y cuando imagino lo que se viene el próximo domingo tengo muy claro que sí. No sé dónde estabas entonces, querido lector, cuando nació el mensaje que lo cambió todo pero, fuera donde fuera, gracias por haber echado una mano. Gracias por estar ahí.

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