Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

El deterioro de las empresas

Que a las empresas nos les ha ido nada bien durante el primer semestre es algo que todos podíamos intuir; ahora tristemente podemos constatarlo estadísticamente y concienciarnos de la magnitud del impacto. Del artículo Resultados de las empresas no financieras hasta el segundo trimestre de 2020, publicado esta semana por el Banco de España, pueden extraerse varias conclusiones sobre el estado de nuestro tejido empresarial después de las medidas introducidas para la contención de la pandemia. Ninguna buena.

El Valor Añadido Bruto, la primera parada en la cuenta de resultados, fruto de la diferencia entre el Valor de la Producción y los Consumos intermedios, ha descendido un 21,6% en el primer semestre en comparación con el del año anterior. Entre sus componentes destaca la caída de las ventas, tanto dentro como, en mayor medida, fuera de España (-22,5%); el decremento de las compras (-29,7%), algo más intensa en las importaciones que en las compras nacionales; y los menores gastos de explotación (-8,7%). El impacto ha sido muy heterogéneo, afectándose en mayor medida el sector del transporte (-40%) y el industrial (-37,6%), y menos el de la energía (5,5%) y el de información y comunicaciones (13,5%).

Con ese menor valor añadido bruto han tenido que enfrentar los gastos de personal, que si bien también han descendido (-4,8%), no lo han hecho en la misma medida, haciendo que el Resultado Bruto se redujera con intensidad (un 39,1%) en el primer semestre de 2020. Por su parte, el Resultado Neto, una vez considerados ingresos y gastos financieros y amortizaciones, mostró una brusca contracción (un 69,6%), cuando en el mismo período de 2019 había aumentado un 1,8%. El resultado neto final presenta un valor agregado negativo, lo que no sucedía en estos informes periódicos del Banco de España desde 2002.

Consecuentemente a estos resultados, la ratio de rentabilidad sobre el activo ha descendido a la mitad, del 4% al 2%, y la ratio de rentabilidad respecto a los recursos propios tres puntos, pasando del 5,5% al 2,1%. Un elevado porcentaje de empresas presentaron valores negativos en estos indicadores (un 37,1% en el caso de la rentabilidad del activo y un 39,7% en el de la correspondiente a los recursos propios), superando, en más de 11%, los valores registrados un año antes.

Derivado de esta fuerte caída de la actividad, un 58% de las empresas de la muestra presentaron déficit de liquidez, especialmente las industriales y las de comercio y hostelería. Esta situación ha conducido a que aumentaran su endeudamiento y a que haya crecido ligeramente el porcentaje de los beneficios ordinarios destinado al pago de intereses, quebrándose la tendencia descendente de esta ratio desde 2015.

El deterioro, por tanto, ha sido muy acusado, máxime cuando este semestre incluye los tres primeros meses antes de la pandemia. Habrá que esperar al próximo informe para constatar si con el levantamiento del confinamiento se ha ido corrigiendo este impacto o si, por el contrario, en muchas de ellas haya sido tan fuerte que no han podido levantar cabeza, sobre todo en aquellos sectores para los que la normalidad aún, y parece que por mucho tiempo, no se ha instalado.

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