Cuando una idea aislada se convierte en recurrente y, después, en moda, puede provocar cierto rechazo. O reticencia. Incluso duda. Algo que está ocurriendo en estos momentos con las ficciones rodadas en confinamiento. Cuando surgió la primera, la curiosidad se apoderó de nosotros. La segunda provocó interés. Pero, según han ido apareciendo más, la indiferencia ha pasado a ser la protagonista. Suerte que Relatos con-fin-a-dos se deshace de ella de un plumazo.

Esta serie, compuesta por cinco episodios que rondan los 20 minutos, se estrenó el viernes 3 en Amazon Prime Video. Vaya por delante que, aunque rodada con parejas de actores como Alberto Ammán y Clara Méndez o Luis Tosar y Maria Luisa Mayol, no se interpretan a sí mismos sino a personajes de ficción que son pareja en una supuesta serie de ficción también. Entiendo que son momentos complicados. Que durante un tiempo los rodajes no serán como antes y habrá menor contacto físico. Partiendo de ahí, con Relatos con-fin-a-dos podría pasar como con Diarios de la cuarentena, que parecían parches para dar trabajo a los actores y que el telón siga subiendo. Lástima que TVE se gastara dinero público en ese experimento hecho de prisa y corriendo para llegar a tiempo. Precisamente lo contrario le ocurre al ensayo de Amazon Prime: que llega con la 'nueva normalidad', es decir, bastante tarde.

Cuenta con algunos de los nombres más destacados de nuestra ficción (Tosar supremo, como siempre), y con alguna sorpresa (Juan Diego Botto, por ejemplo, que aquí se estrena como director, hace virguerías con cuatro perras). También hay un bochornoso futbolista andaluz pero sin asomo de gracejo. Está rodada con unos precarios medios que nada tienen que ver con un rodaje profesional. Pero no se echa de menos nada. En parte por unir diferentes ambientes. ¿Quién dice que, por estar aislados, no podamos tener un interrogatorio policial o clases magistrales impartidas por un asesino?

Después de ver las cinco entregas, creo que el mayor acierto de Relatos con-fin-a-dos es su ambición. Parte de la premisa de que, estando en cuarentena, sin poder salir de casa y sin poder interactuar físicamente con nadie fuera de nuestro hogar, también podemos hacer ficción. Podemos construir historias, recrear ambientes y generar sentimientos. El reto era considerable, ya no sólo por la dificultad intrínseca del proyecto, sino también por la presencia de esa duda en torno al formato. Cuando hay limitaciones, la imaginación debe salvarlas. A Relatos con-fin-a-dos no hay que medirla por su aspecto técnico (fallos de sonido y de producción), sino por el talento de sus guiones e interpretaciones. Eso sí, hay que aguantar hasta el final, los 20 minutos completos, que tampoco es tanto.

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