Dicen algunos que el Recre juega y gana porque han cobrado los jugadores. Y es cierto que todo lo que sea trabajar en la tranquilidad, mejora los resultados, sea la profesión que sea. Pero es ventajista aseverar sobre una sola cuestión la fórmula del éxito. Cuando un equipo como el Decano agarra el vuelo que ha cogido no se debe solo y exclusivamente a cuestiones materiales.

Convendría poner las cosas en su sitio y dar a cada uno lo suyo. Vuelvo a reflejar aquí que cuando el desierto era abrasador por la mañana y frío como el hielo por la noche, estos mismos jugadores jugaban y se dejaban el alma, sin una muestra de cariño de donde debió llegar. Y a eso hay que sumar que todo necesita su tiempo de cocción. Plantilla nueva, entrenador nuevo, director deportivo nuevo. Y la casa por barrer. Todo este éxito que ahora tiene encantada de la vida y divina de la muerte a la afición y prensa, viene como consecuencia de un trabajo escrupuloso y concienzudo.

Nada es fruto de casualidad y menos en el fútbol, donde muchas veces depende de un tiro al poste que se va fuera y el mismo disparo que se va para dentro. Salmerón ha demostrado conocimiento y pausa, entrega y lealtad a su plantilla, que le ha correspondido con un soberano levantamiento, mandando mensajes constantes de unidad y entrega por una causa.

No se le puede exigir a los jugadores que besen el escudo. Porque para llegar a ello, al menos en el Recre, hay que hacer varios cursos de sentimentalismo. Pero sí se les pide que defiendan historia y camiseta. Y eso lo están haciendo a las mil maravillas.

Ayuda el dinero porque es el pan de tu casa y con eso no se juega. Pero este entrenador y esta plantilla llevan de demostraciones desde que arrancó la liga. Y así da gusto.

El domingo asoma un nuevo partido y el Colombino puede registrar la mejor entrada de la temporada. Esa temperatura no falla. La gente está encantada de la vida y divina de la muerte. Así que el domingo anuncia fiesta. Juega el Recre. Y con eso basta.