Análisis

Tacho Rufino

NO clase media, 'no party'

La erosión de la mesocracia en España nos convierte en farolillo rojo europeo, retrocediendo a niveles de 1990El porcentaje de clase media-baja es un indicador de la dignidad social de una economía

Entre los artefactos más significativos de las sociedades que damos en llamar avanzadas está la clase media, un concepto que todos usamos y todos reconocemos de manera intuitiva, pero sobre cuya definición no hay consenso entre economistas o sociólogos, aunque suele definirse, simplificando, en función del dinero: de las rentas anuales de las familias, comparadas con el valor medio de su país (o valor mediano, si queremos ser estadísticamente precisos). Hay diversas tipologías de clases sociales, pero por resumir y no cansar con datos, en España una persona pertenece a la clase media si la renta anual que percibe su familia (dividida por el número de sus miembros) está entre los 11.200 y los 30.000 euros. Hágase aquella pregunta de Los Chanclas: ¿y tú de quién eres? Pues si usted gana 20.000 y su pareja otro tanto, y además tienen, como es costumbre, dos hijos en casa, usted -y su casa entera- no llega a clase media: es usted de la clase baja (aunque no demasiado). Si en su casa entra la bonita -y bruta- cantidad de 75.000 al año, usted, su circunstancia (o tesorito) y sus dos luceros (o ya adultos sin casa ni causa) son clase media, y hasta media-alta; ¿se creía usted clase alta? Pues no, diga lo que diga el populista de turno.

Se distingue entre clase media-alta y clase media-baja: si los ingresos de su domicilio son, por ejemplo, de 40.000 al año, depende de lo que usted se haya echado encima con la semillita que papá puso dentro de mamá: con cuatro o tres hijos, son ustedes clase baja. Con dos hijos e incluso con sólo uno, clase media-baja. En pareja y un perrito, son ustedes clase media-alta. Si los 40.000 son para usted, que es unasingle de manual, y de las que encima no tienen hijos ni custodias, pertenece usted a la clase alta, señora. Siempre hay colas de la distribución, casos que no son "medios": familias de diez hijos con unos apellidos que no caben en la lista de clase, pero cuya renta per cápita intrafamiliar es de 10.000 y, nos pongamos como nos pongamos, no podemos recochinearles, con retintín: "¡Sois clase baja!, ¡sois clase baja!": no sólo es que las economías de escala funcionan (Teoría del Puñado de Arroz, "y donde comen cinco..."), sino porque puede que haya por ahí un patrimonio apañado y unos pocos de locales rentando. En el otro lado, la otra cola, conozco gente que vive como reyes en su pueblo con ingresos que no llegan a 10.000. La estadística es así, no la he inventado yo, como se excusaba aquel Baglioni del Jardín prohibido.

Debemos precisar que distinguir entre clase media-alta o media-baja no es por clasismo desagradable: es por clasismo estadístico. Es un hecho que cuanto mayor sea el porcentaje de habitantes de clase media-baja con respecto al resto de estratos, más sólido es el estado del bienestar de ese país, con Dinamarca, Francia, Suecia o Alemania a la cabeza del ranking de países más igualitarios de Europa, medido por ese indicador. Desde la crisis de deuda y la Gran Recesión (desde 2007 o 2008), España ha ido escarbando hacia abajo en esta clasificación: hoy somos los últimos. La mesocracia, cuyos antepasados son aquellas familias que accedieron al seíta, las vacaciones y el duralex, se ha degradado preocupantemente. En estos años ha habido muchos descensos de estrato social (o de renta relativa, aunque podríamos conjugarla con rasgos educativos o redes de contactos). Muchos más pobres, bastantes más ricos: peligro social, peligro de populacheros que venden crecepelo y confrontación, peligro de violencia, peligro de polarización de clases sanitarias, dentales, educativas. Nada que convenga a nadie. A los ricos, tampoco... diría que aun menos: tienen más que perder. Si la mayoría de la gente no goza de mínimas y buenas condiciones de vida, el sistema se va por el desagüe más pronto que tarde.

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