La tendencia se intuía, pero el resultado fue aplastante. Los onubenses hablaron ayer claro y convirtieron a Ciudadanos en el gran perdedor de la noche y al PSOE en el vencedor, a pesar de un PP que intentaba mejorar posiciones después de sumar 4.500 votos más.

Los populares mantienen el diputado con el que llegaron ayer a las urnas y los socialistas marcan aún más su hegemonía y agregan un escaño para hacerse con tres de los cinco que Huelva tiene en Madrid. Y eso, aun habiendo dejado en el camino más de 6.000 votos.

Pero el triunfador del 10-N en la provincia ha sido Vox, que irrumpe con fuerza y logra hacerse con un representante en el Congreso y, lo más importante, convertirse en la segunda fuerza más votada, tras los socialistas, después de llevarse el apoyo de la quinta parte de los sufragios de los onubenses y superar incluso a los populares.

La lectura nacional es indiscutible y el desmoronamiento del partido de Rivera en Huelva deja en el camino mucho más del doble de los votos que su agrupación logró en abril y también una lectura que debe hacerse en clave provincial, porque Ciudadanos no ha logrado hacerse con un electorado fijo que respalde su gestión. Poco le ha durado la línea victoriosa que se anotó en abril el partido naranja, que entonces entraba con fuerza, con prácticamente el mismo número de papeletas que se llevaba el partido de la gaviota. Pero los constantes cambios internos también pasan factura o, al menos, determinan el voto de los indecisos, muchos de los cuales optaron ayer por Vox, animados también -por qué no- por el carisma de su representante local.

En la casilla de salida se queda también Unidas Podemos, que por algo más de 200 votos, se queda sin representación en Madrid.

¿Y la abstención tan temida? La hubo (35%), aunque no fue tanta como la que se presumía al principio, y eso también da qué pensar.