Recuerdas aquella carta que escribiste? Sí, aquella que nunca enviaste. Con el cerebro latiendo en el pecho; inflamado de valentía; a bolígrafo sobre una hoja de papel en blanco; cuidando la ortografía y la caligrafía. Tienes que recordarlo. El lugar, la mesa, las sensaciones que experimentabas; quizás también recuerdes a su destinatario o destinataria. Tus ideas más escondidas aterrizaban sobre el papel con orden y ritmo y música y coherencia; puestas en libertad tras un largo encierro por fin respiraban y sentían alegría encandiladas por el sol que entraba por la ventana secando su cuerpo de tinta. Esas ideas eras tú y en ese momento estabas convencido de entregárselas a alguien. La introspección alcanzaba su nivel máximo en un proceso que debía acabar en una exhibición valiente y temeraria en forma de palabras que ya serían imborrables. Esa experiencia es muy parecida a la que te relaciona con el rugby como jugador. Tuvieses el nivel que tuvieses, en cada partido la concentración era tal que por momentos llegabas a sentirte solo. El resto de compañeros en la cortina y tú en la refriega, o viceversa; expresando algo muy escondido dentro de tu cabeza. Lo que antes eran ideas ahora siguen siéndolo, lo que antes era tinta ahora son movimientos. Una percusión para alcanzar la línea de ventaja, y tu cuerpo te delata; le dice al resto si realmente querías conseguirlo. Una carrera hacia el interior contra el placador más próximo; fijar y soltar el balón. Eres visible al rival y a tus compañeros. Y de repente llega el partido en que realmente te encuentras contigo mismo, con todo el rugby que llevas dentro (sea mucho o poco), y sin pensarlo te pones a escribir sobre el césped. Expuesto a todos, el resultado no te preocupa hasta el final, hasta que has terminado; es en ese momento en el que saludas a compañeros y rivales, en el que dejas el papel sobre la mesa, cuando te das cuenta de porqué nunca enviaste aquella carta. Porque las cartas de amor de verdad nunca se envían, porque en realidad uno las escribe para uno mismo, igual que juega al rugby para uno mismo.

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