Ala vuelta de aquella maldita noche soriana, hace casi 24 años ya, el autobús paró de madrugada en un área de servicio en Madrid. Cierto seguidor albiazul acumulaba varias noches previas a la decisiva cita sin apenas dormir por los nervios y terminó cayendo rendido por el cansancio acumulado y por el sofocón al venirse abajo cuando vio a su mejor amigo, con el que tantas veces había soñado un final glorioso ese día, llorando como un niño; lo mismo que Caparrós y sus jugadores quienes, destrozados, no paraban de pedir perdón desde el césped a los que estuvieron en Los Pajaritos. Uno de los miles de llantos que sonaron esa noche en el vehículo le despertó y bajó del autobús -medio zombi- en busca de avituallamiento. Ahí se cruzó con Manoli Chico y Manolo Guerra, que cubrieron el duelo y también iban de vuelta a la vieja Onuba. Este último vio la cara de tristeza infinita y la elástica albiazul que portaba el aficionado y le soltó: "No te quites nunca esa camiseta, ¿eh?; No te la quites nunca…".

Ese seguidor recreativista tenía claro, desde niño, que jamás renegaría de esa elástica ni de su escudo por muchas desgracias que viviera junto a él y por muchas burlas que sufriera; al contrario, lo único que sacaba de ellas era mayor fidelidad al Decano. No era mérito suyo, ya que en casa le enseñaron desde siempre a querer al Abuelo. Esa camiseta siempre la portaría con orgullo, pero la cariñosa y rabiosa frase de Guerra se le quedó grabada por el doloroso momento, por todo lo vivido esa temporada, por los durísimos años anteriores y por lo que significó ese día para todo el recreativismo.

Seguro que, aunque ustedes tampoco duden, si pudiera, Guerra les diría ahora lo mismo: no se quiten esa camiseta aunque a veces provoque dolor infinito. Porque ustedes, que siempre apoyaron, son los más dignos para lucirla; mucho más que otros que la ensucian cada jornada. Imagino que los de arriba, del primero al último que quede (ésa es otra), estarán ya dejándose el alma para que, desde el primer día del próximo curso, ésta empiece a recuperar brillo. ¿O también habrá excusas entonces? Que no se asciende en noviembre, vale, pero no se concibe no estar en lo más alto desde el 1 de julio. Sin más.

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