Análisis

Roberto Scholtes

¿Han cambiado tanto las cosas en cuatro meses?

Las acciones de la Eurozona han rebotado de media algo más del 20% desde octubre, volviendo aproximadamente al nivel previo a la invasión de Ucrania. Se han disipado los escenarios más catastróficos, como un racionamiento del gas natural a la industria, una extensión de la guerra o un colapso del consumo. Pero, en lo esencial, el panorama no ha variado y da la impresión de que los mercados comienzan a tener una visión bastante complaciente.

Continúa la subida de tipos para aplacar la inflación, que fue lo que más dañó a las acciones y los bonos en 2022. Esta misma semana el BCE volverá a subir medio punto, la Reserva Federal un 0,25%, y ambos reiterarán la necesidad de aplicar unas políticas prolongadamente restrictivas para evitar una espiral salarial que impida la vuelta de la inflación subyacente (aún en máximos) al objetivo del 2%.

El BCE alcanzará pronto el 3% y se encarecerán más las hipotecas y la financiación de las compañías. Por lo tanto, tampoco ha desaparecido el riesgo de una recesión, como se atisba en la contracción del consumo, la inversión y la construcción en el PIB español del cuarto trimestre publicado este viernes.

Mientras tanto, las valoraciones bursátiles comienzan a ser exigentes, dada nuestra previsión de una caída de los resultados empresariales con los costes laborales superando al IPC este año y el que viene. Esperamos un constante goteo de informes rebajando resultados y precios-objetivo de las compañías. Llegados a este punto, creemos que los bancos centrales serán la excusa para una toma de beneficios en las bolsas, que podrían quedarse atascadas hasta que se despeje el panorama económico.

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