Análisis

Roberto Pareja

Vox muere de éxito y Aznar nunca se repone

Ganar es una actividad de alto riesgo, más aún cuando se convierte en tónica habitual, las costumbres acaban convirtiéndose en leyes y cuando el listón está muy alto, cualquier mínimo retroceso deviene en imperdonable, en fatal si el tropezón es de cierta magnitud...

Albert Rivera es un ejemplo palmario. Ciudadanos se hizo con un botín de 57 diputados en las elecciones generales del 28 de abril mientras el PP entraba en caída libre. El rey del mambo se vino arriba con marchamo de ganador y empezó a tocar las maracas del mambo del sorpasso. Se había quedado a pocos más de 200.000 votos de los populares y tuvo en su mano ser vicepresidente del Gobierno de Pedro Sánchez, pero la ambición y los rencores le pudieron, y su buena estrella se diluyó en las urnas. Rivera fue víctima del enorme contraste entre su gran éxito del 28-A y su debacle el 10-N. No lo sabía, pero en primavera empezó a escribir su epitafio político: murió de éxito en diferido. Ciudadanos teme ser ahora fagocitado por el relanzado PP, que no pierde de vista a Vox.

La ultraderecha ha muerto inexplicablemente de éxito en Murcia, sobrepasada por su triunfo, en vivo y en directo. La única victoria de Vox este 10-N en una comunidad autónoma (logró tres de los diez diputados en liza, como el PP y el PSOE) ha provocado un aumento del 1.500% de sus afiliados, de unos 140 a 2.600. Resultado: la Ejecutiva regional ha dimitido en bloque este pasado martes por "exceso de trabajo".

El PSOE también pasó miedo hace cuatro años de ser fagocitado por Podemos, que se le subió a las barbas en las elecciones generales de diciembre 2015, quedando a poco más de 300.000 votos de los socialistas. Pablo Iglesias también ha ido poco a poco desde entonces muriendo tras su meteórico éxito, aunque su rocambolesca vicepresidencia del Gobierno en ciernes bien lo puede sepultar como catapultar. Veremos.

"Este partido tiene que continuar siendo flexible, tiene que abrir sus filas para representar a la mayoría de la sociedad. Este partido no se puede dormir en los laureles. También se puede morir de éxito. Hemos de trabajar por un proyecto que necesita renovarse", afirmaba Felipe González allá por 1990, en el XXXII Congreso del PSOE, aunque la reflexión suena muy vigente tras dos victorias electorales consecutivas de Pedro Sánchez que no son óbice para que mire de reojo al abismo.

Nunca lo ha hecho, siempre en su cima moral, está encantado de conocerse, el autor del llamado milagro económico español, con el que sube el pan cada vez que habla -pontifica-, y que ahora se ha encaramado al top 5 de los peores ex presidentes del mundo en una lista de la revista Foreign Policy. José María Aznar comparte distincióncon el alemán Gerhard Schröder, el nigeriano Olusegun Obasanjo, el filipino Joseph Estrada y el tailandés Thaksin Shinawatra.

La revista bimestral estadounidense sobre política internacional censura a Aznar "el extremismo de su retórica", recuerda que calificó de "estúpido" el diálogo entre religiones (2005), su sugerencia de que los musulmanes se disculparan por la ocupación de España (2006), que se haya referido al cambio climático como una "nueva religión inquisitorial" (2009)... También rescata su polémica opinión sobre las medidas que tomó el Gobierno de Zapatero (2007) contra quienes conducen bebidos. "Dejadme decidir por mí mismo, en eso consiste la libertad. ¿Quién te pide que conduzcas por mí? Dejadme beber vino en paz, no pongo a nadie en peligro".

No corre riesgo de muerte el tonto que nunca se repone de un éxito, solamente soporta un mal crónico.

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