El Recre es la unión de demasiadas cosas como para meter en el saco a todos por culpa de algunas manzanas podridas si es que ésas existieran, que puede ser que existan, no lo niego, y sólo espero que, de ser así, no sea yo una de ellas. Seguro que todos hemos caído alguna vez en el error de tomar la parte por el todo. Son tantas y tan distintas las piezas que forman este puzle que sentar cátedra sobre su idiosincrasia, cuando se generaliza, tiene sus riesgos y, desde mi punto de vista, hacerlo en ciertos momentos es más desafortunado que subrayarlo en otros, pero allá cada cual: todos somos mayores de edad como para saber las consecuencias que pueden tener nuestros actos.

Aquí aún andamos muchos sensibles y tiritando por lo vivido durante cuatro años realmente angustiosos, casi tanto como este final de temporada, porque éste está siendo otro añito igual en el que, tristemente, hasta lo deportivo ha logrado ensombrecer el paso adelante del Ayuntamiento y la lucha del club para solventar el embargo, es decir, el esfuerzo de muchos miles de personas por devolverle, de verdad, la vida al Decano tras aquella milagrosa campaña de salvación y las salvaciones deportivas que acompañaron. Eso, por cierto, hay que repetirlo más, porque lo malo ya nos lo recordamos demasiado a menudo: dudo mucho que se hubiera hecho realidad una gesta parecida en alguna otra ciudad en unas circunstancias similares a las que estaba nuestro equipo.

Viniendo de donde venimos de verdad que creo que es difícil sostener que el recreativismo no rema en la misma dirección, como afirmó Negredo el domingo cuando aún teníamos todos la sonrisa en la cara por esa vital victoria. Si no hubiera sido así antes y si no fuera así ahora hace tiempo que aquí los domingos los cardiólogos no estarían de guardia porque no habría Recre ni habría nada. A lo mejor el problema es pensar que el recreativismo son las sombras desfiguradas que proyecta el fuego en vez de saber que la realidad es otra, como aquello de Platón y el mito de la caverna. Pero para eso están las cadenas que impiden ver la realidad, para romperlas. Quinientos entrenadores mejores por ahí no sé si habrá, pero 10.000 abonados -más que en toda Segunda B, que en gran parte de Segunda y que en alguno de Primera- que, pese a estar desilusionados, apoyan hasta la última gota de sudor, seguro que sí hay. Ay, ese tacto…

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