Análisis

Alicia Coronil Jónsson

Riesgos inflacionistas y ciclo monetario

Entre las perspectivas macroeconómicas del FMI destaca la proyección de la progresiva moderación de la inflación global en 2023 apoyada en la relajación del precio de las principales commodities, la mayor normalización de las cadenas de valor y el impacto del endurecimiento de las condiciones financieras en la economía real, entre otros factores. Todo ello en un contexto en el que la Fed, el BCE y el Banco de Inglaterra han realizado nuevas subidas de tipos de interés esta semana.

No obstante, más allá de las incertidumbre en torno a la guerra de Ucrania, el riesgo de que la reapertura de China pueda impulsar nuevamente los precios de la energía, de las materias primas industriales y de los alimentos, y que en las economías avanzadas se intensifiquen las presiones salariales ante la pérdida de poder adquisitivo y la falta de trabajadores en algunos sectores clave, el organismo monetario defiende la necesidad de mantener el endurecimiento de las condiciones financieras hasta que se confirme un cambio de tendencia en la evolución de los precios. Una recomendación que se apoya en su estimación de que a nivel global un 80% de los países mantendrán tasas de variación anual del IPC general y subyacente superiores a sus registros prepandemia.

En este contexto, el FMI prevé que la inflación general a nivel mundial se sitúe en un 6,6% anual en el conjunto de 2023, y que se modere a un 4,3% anual el próximo año. Unas estimaciones que a medio plazo proyectan un nuevo entorno de precios ante las implicaciones asociadas al envejecimiento de la población, la transición energética, la reconfiguración de las cadenas de valor o la creciente fragmentación geopolítica.

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