Huelva se volcó con su Recreativo y el Decano cumplió, no sin sufrimiento, como no podía ser de otra manera con un triunfo que le sacude penas y le deja el alma en paz. Los prolegómenos del crucial partido ante el San Fernando, también en el campo, fue como si el Recre estuviera a las puertas de un título.

En España y parte del extranjero se frotan los ojos. Este país no está habituado a manifestaciones de ese calibre en torno a un partido de Segunda División B y, sobre todo cuando el equipo lucha por la permanencia. Eso deja una lectura clara y contundente. La afición es el mayor tesoro de este club y así lo demostró el domingo.

Los incondicionales albiazules volvieron a dar una lección de sentimiento en su expresión más elevada. No es fácil cuando el club de su vida ha sido tan ampliamente ninguneado, utilizado como juguete político. Echando la mirada atrás, los que hicieron lo que hicieron poniendo al Recreativo de Huelva en manos del que lo pusieron, no tuvieron en cuenta nada en lo que a sentimiento y a afición se refiere.

Se supone que son nuevos tiempos, que se ha aprendido la lección y que la gente ha abierto los ojos para que no llegue de nuevo el timo de la estampita. La gente ha dicho basta. Con el Recreativo de Huelva no se juega. El equipo ganó la batalla deportiva. Luego podemos entrar en cómo lo ha logrado. Pero teniendo en cuenta las circunstancias se da por bueno lo conseguido.

Ahora el foco está en otra parte. Estamos en mayo y el tiempo apremia. Mantener la calma desde la seguridad que se va a superar el trauma es una virtud. Y hay quien apunta que después de las decisiones que se tomaron (expropiación) no hay vuelta atrás. Es vivir o vivir, no hay otra opción. Luego, será otra cuestión en qué manos quede el Recreativo. Y ojo con eso. Porque la afición recreativista, salvadora de la causa, está expectante y vigilando movimientos.