Análisis

Juanma G. Anes

¿Pero el Recre no va a desaparecer?

El pasado sábado un matrimonio buscaba en una céntrica tienda un regalo para su nieta y les oí discutir sobre tal o cual prenda hasta que la mujer le dijo a su marido: "Ella es muy del Recre; podríamos comprarle la camiseta naranja de este año, que es preciosa", a lo que el hombre le respondió: "¿Pero el Recre no va a desaparecer?"; su pareja le contestó: "Por muy mal que vaya no creo, ¿no?…". Ese '¿no?' final tenía miga. Por un lado parecía que la entrañable mujer pensaba "si no ha desparecido ya, con todo lo que lleva a sus espaldas, no lo va hacer ahora…", pero ese interrogante también podría interpretarse como un mar de dudas; un "vamos, espero que no…".

Así que no sé cuántos millones de euros después puestos por el Ayuntamiento para evitar la desaparición, y a pesar de repetir éste más de una vez que no va a dejar morir en sus manos al viejo Recre, ese mensaje aún no ha calado en mucho personal. Es más, con el fiasco del césped que nos lleva a un abismo jamás conocido, con el prendita haciéndose el pobrecito desde Madrid, con el desdén mostrado en ciertos despachos con consecuencias horrorosas para las arcas y con buitres sobrevolando al club más antiguo de España, para gran parte del mundo el Consistorio, que salvó (con dinero de todos) a la entidad albiazul, tiene más pinta de enterrador que de ángel de la guarda. Es lo que tiene no controlar los tiempos ni la proyección debida de la imagen, algo tan vital a estas alturas en todos los campos. Ahora, hasta cualquier noticia relevante positiva no deportiva quedará tapada -y hasta con razón- por descensos aquí y allá. Un demérito ganado a pulso.

Que sí, que sé de dónde venimos (ahí estuvimos echando una mano, como tanta gente), pero la calamidad engloba tal dimensión que es impepinable corregir graves errores y saber ya adónde vamos, cómo y con quién, y más tras los últimos movimientos dentro del Decano. La resurrección no puede esperar, como tampoco conocer el proyecto que viene con pelos y señales, que la gente lo merece.

Por cierto, los abuelos terminaron eligiendo la Heroica para su nieta. Faltaría más

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