El Nuevo Colombino es la fortaleza del Recreativo para seguir en puestos de preferencia: tres victorias, seis goles a favor y sólo uno encajado. Este balance origina la inercia necesaria para contrarrestar la inestabilidad fuera que le hace sufrir como bloque más de lo previsto, pese al comportamiento ejemplar en los desplazamientos de su afición para que se sienta identificado. Lo fundamental entre los vaivenes esperados en estos primeros meses de Liga es la suma de puntos jugando bien, mal o regular, que afianza la autoestima de los jugadores y potencia la ilusión de los seguidores.

Alberto Monteagudo trata de armar un bloque base que tenga continuidad para memorizar sus ideas fundamentales, que sea reconocible en su progreso, práctico y contundente en su fútbol. Por razones tangibles, como las lesiones y la forma de algunos jugadores tardíos en su pretemporada, ha roto la guía puntual de la pizarra táctica. Esta categoría hundida ratifica una serie de condiciones que sobrepasan los límites de la querencia por la fidelidad del juego, que en la mayoría de los casos se padece por los impresentables terrenos, pero ¿quién exige estas mejoras a los clubes cuando cualquiera de ellos cuenta hasta la calderilla para afrontar el milagro de abonar la nómina del mes a mes?

Por este puntual detalle, el Nuevo Colombino es la atracción mediática del pozo de Segunda B, donde la afición rendirá su respeto al fallecido presidente histórico y emblemático José Martínez Oliva. La trayectoria del Recreativo ha ido de menos a más ya con cuatro jornadas invicto (10 de 12 puntos) frente a una Balona en recesión de más a menos (1 punto de 9) tras liderar el grupo con su arranque sorprendente (10 de 12 puntos). El equipo de Monteagudo debe mantener su golpe de autoridad en Huelva como premisa esencial del cuadre de cuentas de las operaciones complicadas del mes de octubre.