José María Salmerón mira el horizonte de la Liga y tiene claro que el Recreativo se está ganando el derecho a soñar. Si el entrenador garantiza estas creencias de perspectivas, quién o quiénes le va o le vamos a discutir lo contrario cuando él conoce mejor que nadie cómo respira cada discípulo a sus órdenes y tiene asimilado su liderazgo respetado de una plantilla con perfil de familia reforzada por los momentos críticos vividos.

Una tarjeta de presentación de este Recreativo que refleja el ambiente de entusiasmo que se manifiesta con tendencia del optimismo elevado al infinito para reflejar la imagen interna que sale a relucir con más fuerza por la activación de los resultados y que ha relanzado un brote de la recremanía dormida, que trata de rentabilizar la entidad con la campaña de abonados en la segunda vuelta de doble finalidad: fuente de ingresos necesarios para restar del desembolso propiciado por el rescate municipal y aumentar el apoyo estimulante de la grada dando afianzamiento al proyecto de José María Salmerón.

El Recreativo llega a rebufo de sus rivales para aprovechar su momento de elevación. El grupo de play off ya siente que lo tiene detrás dándole el aliento al que antes miraban muy abajo. De momento se vive el presente juzgando el porvenir en su aspecto más favorable porque reina un conjunto de condiciones rodeado de una atmósfera colectiva que no ofrece dudas sobre los fines a conseguir.

El rodillo recreativista busca su cuarta victoria seguida frente al Badajoz, su tercer rival consecutivo extremeño, el más castigado por los árbitros con cinco expulsiones y ocho ciclos de tarjetas. Un estado de autoestima "cañón", calificativo explosivo desde vestuarios, para igualar una estadística de noviembre de 2017 con Ángel López, tras acumular una espera de 14 meses y 42 partidos. La euforia del mejor momento de la temporada no frena el antídoto de la prudencia.