Análisis

helena arriaza

'Prodigios', el gran acierto de TVE

Admirable. Así es Prodigios, el talent de música clásica que se emite los sábados por la noche en La 1. Los protagonistas son los niños. Son los pequeños de la casa los que se suben al escenario para demostrar sus dotes para los instrumentos, el canto y la danza clásica. Casi siempre estoy en contra de los concursos de televisión en los que los participantes son menores de edad. Pero esta vez es diferente, porque Prodigios demuestra que hay esperanza. Esperanza en que hay niños que llevan la cultura por bandera y que sienten pasión hacia las disciplinas clásicas. Se ve que los participantes tienen muy claro lo que están haciendo en este formato. Quieren reivindicar su talento, disciplinas que apenas tienen cabida en televisión y disfrutar. En este caso el pensamiento al ver a los niños no se reduce a "qué gracioso", "qué mono", o "pobrecito". En este caso el pensamiento va más allá. "Menudo talento", "qué madurez", o "¿cómo puede hacer eso con la edad que tiene?" son algunas de las reflexiones que se vienen a la mente.

Resulta exquisito ver a niños que tocan el violín con maestría, que tienen voces que hacen llorar a la mismísima Ainhoa Arteta o que bailan con la delicadeza de alguien experimentado. A este despliegue de talento hay que sumar que Prodigios, sin grandes pretensiones, está bien hecho. El Auditorio Miguel Delibes de Valladolid, donde se graban las galas, es el lugar idóneo. Contar con una Orquesta Sinfónica para poner música al programa es algo de agradecer teniendo en cuenta que este tipo de formaciones apenas tienen cabida en televisión. El presentador, Boris Izaguirre, pone una vez más todo su cariño en el proyecto que le han encomendado. La copresentadora, Paula Prendes, da el toque inocente y de complicidad con los pequeños. Y el jurado no podía estar mejor elegido. La soprano Ainhoa Arteta es la encargada de los niños que cantan, el bailarín y coreógrafo Nacho Duato de los que bailan y el director de orquesta Andrés Salado de los que tocan instrumentos. Tres nombres de relevancia que hacen gala de su humildad y muestran admiración continua hacia los concursantes. Y sobre todo demuestran naturalidad, necesario.

Por poner una pega, su duración. Está bien que el espacio empiece a las diez de la noche y no cerca de las once. Pero aunque resulta ameno, la hora de finalización es tardía incluso para un sábado, porque no hay que olvidar que es un formato familiar y que los niños forman parte de su audiencia.

A priori parecía que Prodigios iba a ser un talent más, del montón. Tenía varios factores en contra para fracasar, entre ellos que se emite los sábados, una noche en la que Sábado Deluxe y La Sexta Noche están más que afianzados. También tenía la sombra de los programas que anteriormente habían ocupado este día y esta hora, pero por fin José Luis Moreno no copa esta franja. Prodigios ha logrado hacerse un hueco tanto en número de espectadores como en los comentarios de las redes sociales, positivos en su inmensa mayoría. Programas así son necesarios y más en una televisión pública. Ya era hora de dar espacio a lo clásico en La 1 y no en La 2. Esta vez RTVE, al fin, ha acertado.

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