Hay que estar preparados para lo que nos espera. En los mensajes oficiales la consigna es ganar dos o tres partidos seguidos, respirar y no sufrir en el tramo final. Dicho así suena a cosa lógica y normal. Hasta parece sencillo. Pero la realidad normalmente suele rebatir a la teoría y más en este bendito deporte. No hay semana que no leamos o escuchemos una afirmación similar de jugadores, técnicos o directivos. La realidad es que nos hemos comido dos tercios del campeonato y estamos en descenso. Nada hace indicar que podamos salvarnos sin pasarlo mal.

Al Recre aunque no nos guste le espera una temporada de sufrimiento extremo, de luchar hasta el último punto y apretar los dientes porque cada balón es el último. Y quien no esté dispuesto para ello en el césped o en la grada haría bien en ir haciéndose a la idea. Debemos estar mentalizados para pelear.

Temblar ante la idea de perder a Núñez, Jesús Vázquez y Ubay en un mismo partido, aunque particularmente pienso que los dos primeros estarán hoy contra la Balona, demuestra tanto la debilidad estructural que tiene esta plantilla como la poca confianza que genera. Vivir en una montaña rusa anímica tiene estas consecuencias. Ganas en Jaén y te crees salvado. Llega el Sanluqueño y te pinta la cara. Repites con el Villanovense y al siguiente te golea el Jumilla. Hoy toca la Balona otra final, de esas que por repetidas se han vuelto costumbre y que vuelven a sobrecogernos.

Esa bipolaridad que azota al aficionado la vive el futbolista y la sufre el club en todos sus niveles. La normalidad es la mayor carencia que tiene esta entidad desde hace varios años. El problema no es que no llegue, que lo hará porque la tranquilidad institucional volverá y permitirá al Recre recuperar poco a poco su paso razonable, el problema es que mientras tanto el balón no espera así que a sufrir nos toca y más nos vale estar preparados.

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