Es inexplicable pero hay personas que, sin conocerlas, no son santo de tu devoción. Te caen mal y no eres capaz de razonarlo con argumentos. Eso me ocurre con Estrella Morente. Y mira que escucharla cantar Volver me revuelve las entrañas. Pero no la trago y lo digo abiertamente. Aunque ello traiga consigo el recelo de algún lector para conmigo. Porque decir abiertamente lo que uno piensa es lo que tiene que, lejos de generar debate, provoca rechazo en aquel que recibe el mensaje. En el caso de no estar de acuerdo, claro está.

No comulgo con Estrella ni me gusta ver morir al toro en la plaza. Pero no entiendo el acoso y derribo que la buena señora está recibiendo desde que el pasado domingo hiciese un alegato protaurino antes de su actuación en OT con una de las concursantes. Si bien es cierto que las formas no fueron las correctas (tal vez debía haber avisado a la pobre criatura con la que compartía escenario), más cierto es que aplaudo con fervor su artística reivindicación. Aunque alguno no entiendan mi postura. Pero, denle la vuelta a la tortilla. Pongamos por caso que Estrella Morente, en lugar de hacer un alegato en favor de los toros, lo hace de cualquier otra temática mucho menos impopular. Las reacciones, aunque las formas no hubiesen sido las adecuadas, habrían sido de vítores y elogios. La habrían encumbrado y hoy sería la heroína de vete tú a saber qué minoría.

La libertad de expresión, esa con la que muchos se llenan la boca al hablar, no nos ha sido regalada. La conquistaron antes por nosotros y bien saben aquellos conquistadores que la banalización de la misma es la tendencia al pensamiento único. Ese contra el que lucharon y ese hacia el que parece que caminamos. Eres libre de opinar, de decir, de expresar pero, ojo, mucho cuidado con tener una opinión con la que no todo el mundo comulgue. Entonces no tendrás derecho y vivirás con miedo a compartir tus pensamientos. Te quedarás mudo, silenciado por una mayoría para la que si no piensas como ella te tendrá preparados mil y un calificativos con los que señalarte. Y esa será tu letra escarlata, esa que muestra al mundo que no perteneces al régimen. Los demás estarán prevenidos y tú serás castigado por no subirte al carro del pensamiento único. Como hace no mucho tiempo en este mismo lugar y con no tan livianas consecuencias.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios