P APÁ, cuéntame otra vez esa historia tan bonita de aquel extremo loco, de carreras atrevidas, que hacía a los niños del Velódromo mirarlo con envidia... Papá cuéntame todas las veces que quieras cómo se ganó aquel partido donde la tierra no impidió que se moviera el balón con filigrana y armonía. Papá, cuéntame lo pequeño y grande que era el Recreativo, ese equipo que fue creciendo hasta tocar la luna con los dedos. Historias vividas que yo contaré a mis hijos con pasión y alegría. Papa cuéntame otra vez....

Y en contarlo está la verdad del Recreativo. De mayores a pequeños, de pequeños que dejarán de serlo para ser mayores y volver a contar sus hazañas. Un bucle que cumplirá 130 años, con historias innumerables de éxitos y tragedias que son la savia de este árbol que parece medio seco pero que nunca cae al suelo.

Tan grande es el Recreativo de Huelva que todo lo (mal)vivido en los tres primeros años de Segunda División B se convertirán en historias épicas de supervivencia, contadas con nuestras voces cuando pasen las décadas. Leyendas de abuelos que describirán cómo fue aquel gol de Rubén Mesa, de Núñez o el balón del San Fernando que milagrosamente se fue fuera, cuando el silencio se adueñó del Nuevo Colombino y de Huelva entera.

Y con el tiempo, aquellas historias de rescate, de abanderados en la calle, de Líberos del Decano, de brazaletes guardados en la caja de madera, de capitanes eternos... revivirán con los años que pondrán a cada uno en el lugar que cada uno se merece.

Ahora toca vivir la ilusión de una verdad absoluta; que el Recre, por historia e historias, tiene que seguir compitiendo porque hay que contar sus aventuras y desventuras que hacen grande su leyenda.