Debe ser cierto eso de que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra" y no solo el hombre, al parecer también sus organizaciones sociales y eso es así, porque ahora estamos teniendo un ejemplo esplendoroso con la burda actuación del Sr. Sánchez y por lo que se vislumbra también del partido que lidera. El guion de Sánchez arranca con el famoso "no es no" que lo descalabró como secretario general de su partido y candidato a la Presidencia en un tiempo récord, lo que lejos de convencerle de sus errores, le hizo revolverse contra la sensatez y aprovechando la débil situación de su partido recurrió a "la militancia" -vieja táctica del manual comunista- para maniobrar y recuperar su posición perdida. Aquí inicia un periodo totalmente contrario al inmediato anterior mostrándose como un socialdemócrata moderado que podría ilusionar a los votantes de su partido (falso, pero conveniente) y de pronto se le aparece en un nuevo golpe de suerte, un punto de debilidad extrema en la política nacional forzada por la ahora cuestionada sentencia sobre la corrupción en el PP que ayudó a inflamar la desestabilización provocada por el mundo independentista. Hábil maniobrero, se lanza rápidamente por la presa y consigue lo que tanto ansiaba y que el pueblo español no le había dado, la Presidencia del Gobierno -"París bien vale una misa"-.

Después viene su incapacidad para gobernar, las sucesivas elecciones donde el veredicto popular le sigue negando el sillón que ocupa y al que se aferra con uñas y dientes y el hartazgo de los ciudadanos ante tanta inutilidad. En las penúltimas quedó clarísimo que el veredicto de los votos fue que se formara un gobierno de centro izquierda, de liberales y socialdemócratas, respaldado por una amplia mayoría, pero él vio otra cosa y volvió al tacticismo comunista del "gobierno del progreso", sin apoyos suficientes, y tratando de seducir a un Iglesias, chavista bolivariano, que se hundía en el apoyo popular elección tras elección y que vio en ello al santo advenimiento. Progreso de qué, juego de trileros, que se rompió porque los dos querían comerse la tarta entera sin pensar en nada más que en ellos y sus sillones, por eso la partida duró poco y Sánchez más crecido y más equivocado la finiquitó con una frase inolvidable: "Un gobierno con el Sr. Iglesias, no nos dejaría dormir tranquilos ni a mí, ni al 95% de los españoles".

Ahora nuevas elecciones y nuevos resultados donde Sánchez pierde apoyos e Iglesias aún más, pero sorprendentemente y el mismo día de los resultados, sin tiempo de reflexionar ni de hacer un análisis sereno, Sánchez nos anuncia un rotundo "gobierno progresista" con Iglesias -al que salva la vida y el chalé- y unos supuestos apoyos de dudosa viabilidad y costosísimo pronóstico para el país. Pero qué trágica burla es esta, nos está diciendo Sánchez ahora que si hace unos meses no podrían dormir el 95% de los españoles, ahora va a conseguir que no podamos dormir el 100%, como pretende gobernar con comunistas, radicales, independentistas, proetarras, antisistema..., que sus programas de cabecera son "cuanto peor mejor" y lo demuestran en cuanto pueden. Ahora, por si algo faltaba llega la sentencia de los ERE que va a añadir la evidencia de la corrupción económica a la notoria corrupción moral que Sánchez ha demostrado.

Decía un periodista al que admiro por su sensatez, que la política española necesita serenarse para afrontar los problemas que tenemos con un debate templado y constructivo y visto lo visto sólo nos queda pensar que por encima de los políticos torpes o demasiado ambiciosos, están los partidos, con años de servicio al país, con larga experiencia de gobierno y que su reacción ahora es absolutamente necesaria. Me atrevo a llamar al PP para que un posible cálculo electoralista personalista no le nuble la visión de una España que pasa por un difícil trance y más aún, me atrevo a llamar al PSOE para que recupere la moderación socialdemócrata a la que lo condujeron muchos preclaros socialistas -con los que he convivido y coincidido- y no se despeñe por una senda sin rumbo, peligrosa y desconocida. Si Zapatero empujó al PSOE hacia ninguna parte, Sánchez lo puede empujar hacia un abismo donde haya que elegir entre PSOE y PSánchez.

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