Análisis

Francisco Cáceres Benavides

Mosquitos y virus, mundos paralelos

En los últimos 20 años ningún mayo tuvo tantas precipitaciones y temperaturas tan altas

Más allá del sinfín de calamidades que nos ha deparado el maldito Covid-19 para la salud y la economía de millones de personas, el odioso virus ha representado un hito histórico en cuanto a su impacto en los medios de comunicación social y en la cultura popular que, a buen seguro, será objeto de estudios en las facultades de ciencias de la comunicación en los próximos años. La prensa de papel o en formato electrónico, las redes sociales e internet, nos han ido inculcando machaconamente conceptos que hasta hace poco eran arcanos para la mayoría del personal. De repente, en unas pocas semanas, términos familiares en las ciencias de la salud: tasa de mortalidad, curva de infectados, PCR, antígenos, y otros tantos, se han incorporado con total naturalidad al vocabulario de la mayor parte de la población, atribuyéndole cada uno de nosotros no solo sus significados propios, sino también aportándole según el criterio individual, la valoración que nos merece respecto de la evolución o consecuencias futuras de la pandemia.

Siempre he sentido como un deber ineludiblemente unido al ejercicio de cualquier profesión técnica o científica, divulgar los temas que a cada cual corresponda para poner al alcance del público, con el debido rigor y solvencia, los asuntos que puedan ser de su interés, evitando la falsa creencia que una simplificación de los mismos aumentará su comprensión por los ciudadanos. Sirva esta introducción como punto de partida para dar cumplida respuesta al interés mostrado por muchas personas respecto a la evolución de las plagas de mosquitos en el litoral de Huelva en los dos últimos meses.

Sin entrar en las leyendas urbanas que atribuyen la ausencia de mosquitos a la estancia de los presidentes del gobierno de turno en las vacaciones estivales en Doñana, o achacan su abundancia a recortes presupuestarios en la administración local, circunstancias que en todos los casos carecen de veracidad, es evidente y notorio que en determinados años la abundancia nos lleva a buscar alguna respuesta que nos ayude a encajar su presencia.

Podemos asegurar que el punto de partida en la curva del crecimiento desbocado de mosquitos comenzó el pasado mes de mayo. Quizás la permanencia en el estado de alarma que nos mantuvo confinados en los hogares, restó capacidad para asimilar el efecto combinado que supuso la abundancia de lluvias y las elevadas temperaturas ambientales respecto a lo que habría sido un mes normal. Mayo de 2020 se ha situado en un puesto preeminente en los anales que registran la evolución de las poblaciones de mosquitos en el litoral onubense; de los últimos veinte años, ningún mayo ha conjugado a la par precipitaciones y temperaturas máximas en niveles tan altos. Las abundantes lluvias inundaron los focos de cría, facilitando el ambiente adecuado para que las larvas medraran, y las altas temperaturas aceleraron el ritmo de desarrollo hasta el nivel óptimo, sin que apenas tuvieran un freno natural que limitara las poblaciones de estos insectos. Las larvas de mosquitos son organismos muy poco exigentes en cuanto a sus necesidades alimenticias; ingieren mediante filtración las partículas que se encuentran en el agua y gracias a su metabolismo dependiente de la temperatura pueden llegar a desarrollarse sin freno cuando se dan las condiciones más favorables. A finales de mayo nos encontrábamos ante una población de mosquitos que había crecido sin límites; estábamos en la fase exponencial de la curva ¿Les suena?

Con el arranque de los tratamientos de control de mosquitos el pasado mes de enero, desde nuestro Servicio de Control de Plagas de la Diputación Provincial de Huelva, nos hemos dedicado, sin darnos tregua, al empeño de reducir los niveles poblacionales de la plaga. Con buen criterio, fuimos considerados servicio esencial por parte de los responsables de la entidad provincial. Prácticamente sin solución de continuidad se han completado nueve ciclos de control larvario, y hemos redoblado el esfuerzo en las aplicaciones biocidas programadas y extraordinarias frente a mosquitos adultos, utilizando todos los medios humanos y materiales a nuestro alcance. En los próximos día 25 y 26 de julio acometeremos una nueva fase de tratamientos larvicidas, será la segunda ocasión en la que emplearemos medios aéreos en la campaña 2020. Nuestro afán: lograr que la plaga se mantenga contenida en niveles soportables, una vez doblegada la curva desde junio. Ello, no obstante, no es incompatible con que se produzcan rebrotes de mosquitos con desigual expresión geográfica a lo largo de nuestro litoral y por múltiples causas: sobre-elevaciones no pronosticadas en las pleamares máximas previstas, olas de calor, vientos mantenidos de levante en el Estrecho, fallos en infraestructuras hidráulicas o vertidos incontrolados de aguas residuales, pueden estar detrás de repuntes de la plaga.

Las evidentes analogías expuestas acerca de la evolución de la pandemia y la de las plagas de mosquitos ponen de relieve que virus y mosquitos constituyen mundos paralelos, regidos por reglas universales que gobiernan la evolución o dinámica de los seres, sean cualesquiera su complejidad biológica. Desde el Servicio de Control de Plagas solo esperamos que los factores ambientales controlantes nos sean propicios, de todo lo demás nos encargamos nosotros, como venimos haciéndolo desde hace más de tres décadas.

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