El 8 de marzo se celebró nuevamente el Día Internacional de la Mujer, volviendo a reivindicarse esa igualdad entre hombre y mujer tan necesaria y que sigue siendo inexistente al día de hoy. Demostrado queda que mientras que no se hable de funcionariado, la desigualdad laboral en la empresa privada sigue siendo patente, a pesar de que se haya demostrado la capacidad femenina para desarrollar cualquiera de las funciones que anteriormente sólo fueran realizadas por personas del género masculino. Y en ese día, que, entiendo no debería existir, porque a estas alturas, la sociedad debería valorar simplemente la capacidad o adecuación de una u otra persona para uno u otro puesto de trabajo, independientemente de su sexo, no pude evitar volver a cuestionar la igualdad de la mujeres en este rincón cofrade de nuestra Huelva.

En la época de nuestros padres, las mujeres que estaban cercanas a las hermandades eran las esposas de los cofrades, pero hace ya bastante tiempo que las mujeres hemos alcanzado la mayoría de edad en este mundo cofrade y por más que se diga, seguimos y creo que seguiremos sin ser aceptadas como iguales. Se recurrió a la mujer para formar parte de las juntas de gobierno de las hermandades, cuando a los cofrades de la época les fue necesario. Siguiendo la proyección, pudimos contar con una mujer miembro de la junta del Consejo de Hermandades y Cofradías y pudimos apreciar el verbo de una pregonera de la Semana Santa de Huelva.

Pero, a pesar de estos logros, escasos a mi entender, aunque otros quieran ver en ellos una perfecta paridad, cuando se reivindica mayor presencia femenina en las hermandades en distintas conversaciones cofrades, se dicen cosas tales como que: "Las mujeres hablamos, pero a la hora de dar el paso ya no lo damos", "que no aprovechamos las oportunidades que se nos dan (porque a algún planteamiento, alguna ha dicho que no)", "que no son tantas la mujeres cofrades y no hay donde elegir", etcétera. Y a lo mejor puede haber algo de verdad en ello, pero nunca se dice, ya que no es políticamente correcto, que el problema verdadero es la diferencia que sigue existiendo entre el hombre y la mujer cofrade.

Pues bien, en fechas cercanas, hemos vivido la dimisión de Mariola Luengo como presidenta de la junta gestora de la hermandad de la Sagrada Cena, mujer cofrade reconocida hasta el extremo en nuestra ciudad. Mujer cofrade que dijo "sí… aprovechando la oportunidad", y aceptó la responsabilidad que conllevaba el cargo en una situación difícil, como la que atravesaba su hermandad. Pronto, comenzada su gestión, empezó el runrún… Decisiones, no olvidemos, colegiadas, que podría haber tomado cualquier otra junta con otro dirigente (hombre), pero que al haberlas tomado esta junta gestora con ella a la cabeza, siendo mujer, han sido cuestionadas sobre manera. Cuestionamientos que han llevado a la dimisión de la que verdaderamente es y será una gran mujer de la Hermandad de la Sagrada Cena.

Aunque "tengamos mayoría de edad", no se nos reconoce la misma. Un nuevo ejemplo de ello, a mi entender, es la organización de esa sexta edición del encuentro de la Federación Nacional de Mujeres Cofrades, que tendrá lugar en Huelva el próximo mes de diciembre… ¿Se puede entender como normal que la plataforma existente para la organización de este encuentro de mujeres y para mujeres, sólo la formen hombres?

Queridos hombres cofrades, primero admítannos como iguales y después olvídense del género. Valoremos a las personas simplemente como personas, solamente como cofrades.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios