Análisis

carmen pérez

¿Márcará el Euríbor un nuevo récord?

El 5 de febrero de 2016 se produjo un hecho sorprendente. El Euríbor (Euro Interbank Offered Rate) a doce meses cruzó el Rubicón y pasó a cotizar por debajo del 0%. Que el precio del dinero sea negativo no puede sino calificarse de anormalidad, de irregularidad, de rareza. Dice el refrán que "a todo se acostumbra uno menos a no comer, y eso porque cuando se está acostumbrando se muere". Pues también ha pasado con el Euríbor: lejos de suponer aquello algo puntual, esta aberración financiera se ha hecho permanente. Son más de cuatro años los que llevamos así, en un mundo loco, donde incluso se perciben intereses por las deudas en vez de pagarlos. Y lo que nos queda.

Este indicador es de la máxima trascendencia porque el valor de los instrumentos y los contratos financieros que lo utilizan como referencia en la Eurozona superan los 500.000 millones de euros, y de ellos una parte importante son hipotecas. A lo largo de su historia, el Euríbor a doce meses se ha movido entre el máximo del 5,39%, que marcó en julio de 2008, y el mínimo de -0,399%, registrado el 21 de agosto de 2019.

Posteriormente, en octubre, el tiering que puso en marcha el BCE, cuyas decisiones condicionan al Euríbor, estableciendo dos niveles para el cobro al exceso de liquidez de la banca, implicó una leve subida, aunque sin abandonar en ningún momento el terreno negativo. De forma añadida, con la enorme incertidumbre que trajo la pandemia, el Euríbor también reaccionó con fuertes subidas que lo acercaron a niveles muy próximos a cero. Así, la media de este pasado mayo fue de -0,081%, un nivel que no se veía desde finales de 2016.

Pero estos meses de octubre a mayo han sido sólo un paréntesis, luego retornó a las bajas. El martes este indicador de referencia para derivados, hipotecas y préstamos se situó en el -0,356% y puede que en los próximos días se profundice la caída y el Euríbor marque nuevo récord. Las hipotecas y préstamos a tipo variable con diferenciales pactados menores irán pasando a cobrar intereses. Los que tengan diferenciales mayores quizá alcancen también ese mundo invertido negativo con el trascurso de los meses.

Con o sin récord, seguirá en negativo por tiempo. El BCE en su última intervención garantizó que no iba a subir los tipos de interés oficiales hasta al menos 2022 e incluso aseguró que todavía podría bajarlos más en el futuro si fuere necesario. Las cotizaciones de las permutas financieras -swaps sobre el Euríbor- lo sitúan en negativo a mucho más largo plazo. Y los bajísimos tipos hipotecarios fijos que la banca está ofertando también lo está señalando.

Una aberración financiera que delata que vivimos de prestado: todo lo arreglamos con más deuda. Ya la crisis de 2008 fue a causa de una descomunal deuda; desde entonces ha seguido aumentando y con el COVID-19 el ascenso será dramático. Según el FMI, en abril la deuda mundial ha experimentado el crecimiento más alto de la historia: 2,1 billones de dólares, más del doble de los 0,9 billones mensuales en que aumentó como media entre 2017 y 2019. Enfermos crónicos nos hemos acostumbrado a alimentarnos de deuda y de tipos de interés negativos para poder tragarla.

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