Intuyo que no serán pocos los que, como uno, andan contando las horas para que llegue el próximo Lunes de Pentecostés, día a partir del cual el recreativismo dejará de sufrir con esos que portan un escudo que parece que les queda demasiado grande. La vergonzosa actuación de estos jugadores y entrenadores (se puede librar algún canterano y poco más, y aun así habría que colocar ciertos matices en la exculpación), ha llevado al Decano al mayor abismo deportivo de su historia y eso, al igual que los éxitos y las machadas de años precedentes, habrá que recordarlo por los siglos de los siglos.

Esta debacle, repetimos, arrastra y mancha a todos, a los que juegan, a los que dimiten, a los que se van y a los que siguen. Como decíamos ayer es perfectamente entendible que la mayoría del personal pida guillotina para todos, sin excepción. En este mismo diario mi compañero -y, sin embargo, amigo- Antonio Carrasco, tras la derrota en El Rosal, escribió que lo lógico es que no quede ninguno, ni abajo ni arriba, por muchas vueltas que se dé al asunto. No seré yo quien discuta de los del palco su honradez, ni su esfuerzo, ni los marrones asumidos, ni la valentía que tuvieron en su momento, ni la importante labor demasiado callada en ocasiones, ni ciertas e injustas críticas y menosprecios recibidos de forma cruel, interesada y vergonzosa, pero este desastre deportivo marca demasiado. Cualquier continuidad es una rémora difícil de explicarle al pueblo. Si así sucede imagino que tendrán claro que no les queda, siendo benévolos, ni medio milímetro de margen para errar.

Porque el daño de este curso, también en la imagen del club, es inconmensurable. Se ha dejado pisotear sobre el césped, se ha dejado pisotear su historia, se ha perdido otro Trofeo Colombino, se ha desaprovechado una oportunidad única de triunfar sin ascender… Ahora a los albiazules nos queda soportar choteos y desprecios y a eso sólo se le puede responder escalando con firmeza y sin descanso cada peldaño de este abismo… desde YA. Eso sí, a algunos les vendría bien recordar eso de que quien escupe al cielo le cae en la cara. Ah, y olé por el San Roque, por Lepe y por su gente. Que sean muchos éxitos más. Muchas felicidades, aurinegros.

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