Análisis

Juanma G. Anes

Lazo y las balas

Lazo y sus destellos siempre han ofrecido una bendita luz, y sus goles han valido puntos

Uno de los pocos buenos sabores que nos podremos llevar a la boca cuando esta temporada tan chocante finalice será poder haber visto a Lazo vistiendo la casaca del Decano. En una categoría (y en un equipo) en la que cualquier atisbo de calidad es mucho más que bienvenido, este gaditano ha dejado -y esperemos que siga dejando en este decisivo tramo final de liga- más de una estampa digna de recordar.

Con asiduidad, cuando vienen mal dadas normalmente solemos tirar piedras -aunque sea injusto generalizar- mucho antes contra los jugones que contra aquellos jugadores que destacan por su lucha y sus bemoles, como si eso no fuera una condición que cualquier deportista debiera traer de serie. En esta temporada en la que hasta eso último se ha echado en falta en muchos momentos (lo ha dicho la grada, lo han/hemos criticado en los medios y hasta lo han reconocido los propios entrenadores albiazules), Lazo y sus destellos siempre han ofrecido una bendita luz. Sus golazos, sus kilométricos carrerones, sus robos y sus regates nos han valido puntos vitales. Que sí, que estos no vienen solos sin el trabajo de los que tiene al lado, delante y detrás, pero habrá que destacar a quien lo merece, digo yo. Aquí se alaba a Núñez, a Sergio, a Marc a De Vicente o al que sea menester cuando se cree conveniente. O a Casado, que el domingo estuvo mejor que nunca. Lo que no entenderé jamás es que a Lazo se le exijan 90 minutos a lo Maradona en el Mundial del 86. Los milagros, a Fátima. Lazo representa a la perfección por dónde debió ir el curso albiazul de haber estado bien encadenado todo: este equipo debió ser, como lo es él, una bala certera si hubiera estado bien disparada por quien sujetaba el revólver. Esperemos que la pistola la maneje el año que viene desde el inicio un buen francotirador. Hasta entonces, apretemos los dientes y disfrutemos de Lazo lo que nos quede, porque tiene pinta de que él disfrutará, antes que nosotros, del fútbol profesional. Pies tiene para ello, desde luego. Y gatillo, ni les cuento.

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