Aveces uno asiste a conversaciones que te dejan con las piernas flojas. Muchos apuntan, en referencia al Recreativo, que no es momento de sacar cosas internas y elevarlas a lo público por el bien del equipo, inmerso en el reto de ascender, con parada y fonda este domingo en Miranda del Ebro, ante el Mirandés.

Pero los primeros que tendrían que aplicarse el cuento son precisamente la gente de dentro del club. Es increíble cómo algunos hablan sin pudor de la situación de Óscar Carazo y del propio Salmerón, sí, como leen, de Salmerón, al que acusan desde las entrañas de no proponer nada, de no jugar a nada. Y claro, esa gente tiene sus adeptos, igual que los tienen, aunque afortunadamente en mínimos dígitos, algunos que bailan el agua según les dé. Hace tiempo que el cordón umbilical entre vestuario y zona noble del Colombino se rompió y la plantilla y cuerpo técnico no olvida, aunque disimula todo lo posible. Pero la herida sigue abierta y basta escuchar, vuelvo a insistir, sin pudor alguno, decir todo lo expuesto con anterioridad.

El afán de protagonismo de personajes ya retratados no tiene límites. Y son los primeros que le hacen un daño terrible al club. Pero nada. Y eso que en su momento, hasta el propio alcalde llamó al orden porque tenía que imperar la normalidad por el dinero público que se puso y porque la vida del Recre sigue estando en juego, que no lo olvide nadie.

Veremos qué pasa con las eliminatorias de ascenso. Veremos. Y esperemos que pase lo mejor por el bien del Recre. Pero pase lo que pase, al término de la temporada, acontecerán cambios sustanciales. Lo lamentable de todo esto es que algunos hayan esperado perder la eliminatoria directa por el ascenso para zurrar a Salmerón, y esencialmente desde dentro. Podemos discutir el juego, como hemos dicho muchas veces e incluso la propuesta, para gustos, colores. Pero, ¿quién ha sido campeón de Liga? En fin, que la afición hace esfuerzos por estar arrimando aliento y la mayoría de medios también, y resulta que el enemigo está de puertas para adentro. Lastimoso, simplemente lastimoso.

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