Análisis

Eduardo J. Sugrañes

Júbilo en El Conquero

En plena Cuaresma la fiesta de la Anunciación abre un nuevo tiempo mariano en La Cinta

Esta Cuaresma tiene unas connotaciones muy singulares para Huelva. La apertura en su cuarta semana del Jubileo de La Cinta marca de alguna forma este tiempo de interioridad y reflexión.

Es como una eclosión en plena primavera que traslada la mirada hacia El Conquero cuando todo va siendo otra vez nuevo, se visten las laderas de verdor, de flores, acompaña la música que ponen los pájaros. Así se vistió el cuarto sábado de Cuaresma. Cuando se celebra la Encarnación del Señor, en la fiesta mariana de la Anunciación a la Virgen, para iniciar el Jubileo de la Cinta. Este es un júbilo "como una primavera para las personas y para la Iglesia". Así presentó el obispo de Huelva, José Vilaplana, este tiempo de gracia en el santuario de nuestra Patrona.

Si la Casa de la Virgen es un lugar hermoso para visitar en cualquier momento, esta es una ocasión especialísima para hacerlo.

El Conquero tiene la grandiosidad de su belleza, la hermosura de lo cercano, la amplitud que se siente al mirar las marismas. Todo eso se condensa en la intimidad de la Casa de la Virgen. Paredes encaladas, velas encendidas, ofrenda de flores que la convierten en un vergel...

La Cinta tiene en El Conquero la grandeza de lo íntimo que todos saben compartir. Ahora lo que se ofrece es un tiempo de gracia. Celebramos 25 años desde que se le impuso la corona de amor a Nuestra Señora de La Cinta, aunque habría que celebrar un tiempo más amplio, pues aquello fue el fruto del deseo de muchas generaciones anteriores. Las que siempre fomentaron el culto a la Patrona y la que pusieron en marcha medio siglo antes el gran proyecto de la coronación canónica con toda la oficialidad que ello requería. Desde Francisco Vázquez a Julio Buendía -que presidió el acto de la coronación- había pasado medio siglo. En La Cinta no se tienen prisas porque se sabe que las cosas requieren ser amasada con especial tacto. Y de Francisco Vázquez a Bienvenido González pasaron 75 años, para que hoy de nuevo nos sintamos gozosos en la renovación de la corona que tuvimos la alegría de entre todos llevarle a Santísima Virgen.

Aquel gozo se renueva ahora, lo mismo que el que nos trasmitieron quienes pusieron a andar la coronación, porque recogían el aliento cintero que otras generaciones les trasmitió y fueron ellos los que les regalaron -pronto cumplirá un siglo- la misma corona de oro que en 1992, por bula del santo Juan Pablo II, se le puso en sus sienes como renovada ofrenda de amor.

Ahora que se inicia todo, se hace como al principio de la devoción que se ancla en la historia misma de la fe de este pueblo marinero. Regalándole al Señor 24 horas de adoración. Así se llegaba a este Domingo Laetare, de alegría, en los que en plena Cuaresma se permite el exorno de flores del altar que es como un adelanto al gozo de la Resurrección.

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