Análisis

Manuel Sánchez Tello

Académico de Número de la Academia Iberoamericana de La Rábida

Internet y la Caja de Pandora

INTERNET es una pequeña ventana abierta a un mundo cada día más complejo y más en crisis. Pequeña ventana, pero, cuando te sientas ante un ordenador, sabes que detrás de ella se articula y se expande una inconmensurable red que abarca todo lo abarcable, lo bueno y, por desgracia, lo malo. Es como una ameba que lo va engullendo todo a su paso, un proceso que no tiene fin.

Acudiendo al mundo clásico, he descubierto, después de tantos siglos, un aleccionador paralelismo entre Internet y el mito griego de la caja de Pandora. El mito encierra muchas verdades y una gran belleza. Se dice en él que Prometeo, uno de los titanes, creó la raza humana, pero Zeus, celoso de la hazaña del titán, ordenó al dios Hefesto (Vulcano entre los latinos) que diera forma a una mujer para ofrecérsela a Prometeo. De esta forma tenía también la oculta intención de castigar a los hombres porque se habían vuelto soberbios y altaneros. Cuando Hefesto, el divino herrero cojo, llegó ante el trono de su padre Zeus, al oír su deseo exclamó: Eso, Señor, plantea más dificultades que cincelar el escudo de Palas Atenea o forjar la armadura de Marte. Pero Hefesto obedeció y regresando a su fragua comenzó a darle forma a la mujer que Zeus le había encomendado. Consiguió darle una forma que competía con las más bellas diosas del Olimpo. Cada uno de los dioses le fueron concediendo los más preciosos dones. Zeus añadió a estos presentes una hermosa caja que parecía encerrar extraordinarios bienes y divinos dones para Prometeo, que la tomó con desconfianza.

Pero el dios padre de los dioses le ordenó que bajo ninguna circunstancia abriera la caja, lo que prometió la divina Pandora, cuyo nombre significa “la mujer de todos los dones”. En griego pan significa “todo” y doron, en plural dora, dones o regalos. Pandora y su caja fueron ofrecidas a Prometeo. Pero éste, no fiándose de los regalos de Zeus, puso en alerta a su hermano Epimeteo (en griego antiguo Ἐπιμηθεύς Epimêtheús, que reflexiona más tarde, literalmente pensamiento-tardío). Mientras que Prometeo (previsión, literalmente pensamiento-adelante) veía el futuro, Epimeteo veía con retraso cosas que ya habían acontecido. Ambos actuaban como benefactores de la humanidad, pero mientras que Prometeo se caracteriza por ser ingenioso e inteligente, Epimeteo se representa como tonto. Era hijo del titán Jápeto y de la oceánide Clímene para que no se fiara de los dones de Zeus. Epimeteo, enamorado de la belleza de Pandora, se casó con ella, aceptando la caja, regalo de Zeus, como dote. Un día, Pandora, no pudiendo contener su curiosidad, le quitó la llave a Epimeteo y abrió la enigmática caja. Hay una versión que dice que fue Epimeteo el que la abrió.

Cuando Pandora abrió la caja, salieron de ella terribles males: enfermedades, guerras, hambre; en resumen, toda clase de calamidades. Llena de terror, intentó cerrar la caja, pero sólo consiguió que quedara retenida dentro de ella la esperanza, una esperanza que desde entonces acompaña a los hombres para poder soportar los males de esta caja de Pandora que se extendieron por toda la tierra.

De este bello mito podríamos subrayar dos palabras: males y esperanza. Hoy, en el siglo XXI, valga el paralelismo, hemos abierto la caja de Pandora, una caja de la que están pendientes millones de personas. Nuestra moderna caja de Pandora es Internet y la puede abrir cualquiera y ella puede abrirnos los ojos a un mundo lleno de belleza, de conocimiento, de acercamiento a la naturaleza, a las páginas de la historia, a la grandeza de la literatura universal, al pensamiento, a todo lo que tiene un significado de cultura y civilización, pero también puede desatar, como la caja de Pandora, toda clase de males, hasta los más impensables, que convierten al ser humano en un ser degradado y abyecto.

Es la caja de los truenos para aquellos que dan la espalda a la esperanza. La pornografía infantil y no infantil, la pederastia, el ofrecimiento fácil de toda clase de sustancias nocivas, el ofrecimiento de los sicarios para matar, las redes de prostitución, los negocios sucios, la mentira, el engaño, la promoción engañosa, la extorsión, los contactos criminales para el terrorismo y otros males a los que difícilmente podríamos poner límites, están en esa pequeña pantalla, en esa red universal bicéfala, acechando a los débiles, a los faltos de escrúpulos, a los que renuncian enfrentarse al mundo con una mente limpia.

Lo que podría ser sólo un instrumento civilizador, se ha convertido también en un instrumento de degradación. Quiera Dios que un día no lejano lleguemos a la cordura. No abramos nunca esta moderna caja de Pandora para degradarnos y para hacer al mundo más frágil y más plebeyo.

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