El Recre, desde cerca, es más Recre. Nada es entendible en este club, ni su propia persistencia, si se mira desde la distancia. En el roce diario radica el auténtico valor del Decano, ahí están todos sus secretos, y ahí está la llave de sus futuros éxitos.

En esta semana de regreso a Huelva he vuelto a comprender que nada es lo que parece cuando se analiza al club albiazul desde fuera. Porque aunque la deuda es la deuda, hay que saber mirar a los ojos a los recreativistas para comprender que el Decano, su entidad e idiosincrasia, vale mucho más de lo que podamos imaginar.

La emoción, desde el primer onubense al último que cree en el Recreativo, se transmite a lágrima saltada cuando se habla de lo pasado. Se explica de tú a tú, entre tintos de verano. Se intuye en una sonrisa por la esperanza. Se transmite con un abrazo. El Recreativo sin roce es muy poco. De hecho, el Recre es el que hace posible que los onubenses se unan como nada ni nadie lo logra en la ciudad; y eso en Huelva no tiene precio.

El Decano no es un club cualquiera y su afición tampoco lo es. Quien tenga que gestionarlo, ahora le toca al Grupo Doyen, deberá trabajar la proximidad antes que el efectismo, deberá apostar por el localismo antes que por la grandilocuencia, y deberá dirigirse a la ciudad de palabra, con gestos y acciones, que se entiendan, que se vean y que se sientan. La frialdad se paga cara en el Recre.

Los dirigentes de Doyen Group, Juanma López o quien dispongan, deberían ir asomando públicamente la patita. Y cuando lo hagan tendrán todo el crédito que su gestión y, sobre todo, su dinero les han dado. Porque hay que reconocerles que en unos días, sin ser el club suyo, han puesto más dinero que el que puso en tres años el okupa.

Pero no olviden, porque es muy importante, que los recreativistas somos los primeros defensores de que el roce hace el cariño.