Análisis

carmen pérez

Universidad de Sevilla

Incertidumbres para la economía española

La economía española sufrió un impacto inicial de la crisis sanitaria sobre el PIB más intenso que el resto de países europeos y está teniendo una recuperación más lenta que ellos. El Banco de España estima que no alcanzaremos el nivel de actividad previo a la pandemia hasta finales de este año o comienzos del siguiente. Pero puede que incluso ni en esas fechas. Que realmente vaya a ser así dependerá de la evolución de una serie de factores que añaden incertidumbre a estas proyecciones. El gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, los enumeró este miércoles dentro de su discurso en el Spain Investors Day.

El primero es la propia evolución de la pandemia. Nuestra enorme dependencia del turismo internacional nos hace especialmente vulnerables a la posibilidad de que se incrementen las restricciones a la movilidad. Ómicron vuelve a perjudicarnos y, aunque el gobernador no quiso entrar en esto, estaremos expuestos a la aparición de nuevas variantes.

Un segundo elemento de incertidumbre es la persistencia de los cuellos de botellas. Las alteraciones observadas en las cadenas de suministros globales están siendo mayor de lo anticipado, generando un impacto negativo significativo sobre la actividad. En particular, está afectando al sector del automóvil, que cuenta con un elevado peso en la economía española.

La evolución del consumo privado en los próximos años también condicionará la velocidad y profundidad de la recuperación de la economía española. Sólo una parte de lo ahorrado por la pandemia se volverá consumo, ya que se ha concentrado en familias de ingresos relativamente altos (con menor propensión marginal a consumir) y porque la mayoría del gasto no realizado no es aplazable (restauración y el ocio).

El buen uso que se haga de los fondos del NGEU será otro condicionante de primer orden. El impacto económico positivo dependerá tanto del ritmo de absorción, como del diseño y ejecución de los proyectos que se acometan y de las reformas estructurales que les acompañen.

Un quinto factor de incertidumbre está relacionado con la magnitud y persistencia de los daños ocasionados en el tejido productivo o el empleo. Los sectores más afectados por la pandemia aún no han recuperado sus niveles de facturación previos a la crisis, experimentando una bajada en la calidad crediticia y un repunte del número de empresas en concurso de acreedores.

Por último, el fuerte repunte de la inflación, que podría resultar un proceso más duradero si su traslado a las demandas salariales es elevado, o porque los precios de la energía no se corrijan como se espera, por culpa, por ejemplo, de un recrudecimiento de las tensiones geopolíticas.

Gestionar todos estos desafíos no es moco de pavo. Además, vienen a sumarse a los que ya existían prepandemia, como la baja productividad, el elevado desempleo estructural, la lucha contra el cambio climático, el envejecimiento poblacional o la desigualdad. Dada esta complicadísima situación, nos reconfortaría ver a las distintas administraciones y a todos los partidos políticos preocupados, dando lo mejor de sí, enfocados en una única prioridad: sacar España para adelante. Pero no es el caso.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios