La dichosa pandemia hace que uno recurra a la caja tonta con más asiduidad de la debida. Un buen amigo me recomendó echar un vistazo a la miniserie 'Un juego de caballeros' (The English Game), que representa los orígenes del fútbol en Inglaterra. La historia no es la octava maravilla del mundo pero resulta ser entretenida, y alguien de esta tierra que conozca tanto los orígenes del fútbol en España como el nacimiento del Decano puede encontrar varias semejanzas con la representación televisiva, lo que permite mirarla de forma más curiosa. Ante la pasión que ese novedoso deporte había originado en un pueblo con mil y un problemas económicos y sociales, alguien en la serie se mostró muy molesto por la obsesión del populacho con los avatares del balón habiendo "otras mil cosas más importantes por las que preocuparse". La respuesta que le llegó le dejó KO: "El fútbol alimenta el alma cuando ya no se tiene nada más en la vida". No es para tomarse la frase al pie de la letra, porque hay mucha vida más allá del balompié, pero tampoco es para despreciarla.

En Huelva (ciudad y provincia), lugar tantas veces pisoteado -en muchas ocasiones porque los onubenses vivimos demasiado anestesiados y dejamos que nos pase por encima personal propio y ajeno-, yo he visto muy pocas cosas que sean capaces de generar tanta alegría desbordada y que echen a todo el mundo a la calle como un ascenso del Decano, al igual que la echó cuando el Recre vivió sus peores momentos, que tiene más mérito aún. Aunque algunos no quieran verlo eso de que haya tantas críticas cuando se pierde y un optimismo exacerbado en cuanto se gana un par de partidos seguidos tiene mucho que ver con aquella sentencia de la miniserie. Esa extraordinaria pasión y la condición de Decano (no existiría una sin la otra) recuerdan que si este humilde club está hoy vivo es únicamente por ser identidad de esta tierra. El lazo del Recre con Minas de Riotinto, que esperemos que dure ya hasta la eternidad y resulte realmente efectivo, es trascendental aunque ahora vivamos acongojados y pendientes (yo el primero) de conseguir otros objetivos. Es la plasmación lógica de una alianza de dos hermanos que jamás debieron estar distanciados y que da fuerzas para crecer y defender una historia real e inigualable. Y es de justicia porque, además, ahí no hay nada que fingir.

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