Ya quinta semana de Cuaresma, disfrutando de esta extraordinaria espera hasta la Semana Mayor, cada vez más cercanos a la Pascua de Resurrección, se va culminando ese camino de crecimiento y maduración, en el que no debemos ser simples observadores, sino que debemos crecer en la fe y en la esperanza en la vida. Y, en este camino, los cofrades somos parte activa y protagonistas, que debemos realizar la Estación de Penitencia, con un compromiso serio, reforzados en nuestras creencias y convencidos del porqué estamos aquí.

Si hacemos un análisis de estos últimos años, las hermandades han experimentado cambios importantes respecto al número de nazarenos en sus cortejos, incluso algunas se han estancado o han disminuido, destacando el alto porcentaje de niños en sus tramos. Son muchos los que dejan la túnica, o el costal, y se engalanan con su habitual chaqueta para pulular alrededor de los pasos. Hace unos días, en un programa televisivo y en las redes sociales, se hablaba que sólo el treinta y ocho por ciento de las cofradías onubenses superaban los 400 nazarenos en sus cortejos. No se trata de hacer una competición, sin duda, pero se barajan números, se inflan cifras, y, en muchas ocasiones no son datos reales, pues se cuentan músicos, costaleros, acólitos, promesas… En el fondo, ¿cuántos visten la túnica? Si bien, es verdad, que son muchas las hermandades para la población que tiene Huelva, sin embargo el número de hermanos, no se corresponde con el de nazarenos en la calle. ¿Y, qué sería del devenir de las cofradías sin nazarenos? Desgraciadamente, a muchos les gusta participar desde la tribuna, desde el más allá, y se plantean numerosas dificultades, donde algunos aluden a parones interminables, a largos recorridos, que muchas veces son una realidad; otros, en improvisadas tertulias de esquina, comentan que no salen, por desencuentros con determinada Junta, como un castigo hacia ésta, o porque está en desacuerdo con alguna decisión tomada; otros, toman una postura ahora muy de moda, analizar todo a través de las redes sociales, de vídeos enviados, de transmisiones televisivas, permitiéndose el lujo de hacer duras críticas sin estar presentes, o tan sólo están el día que su cofradía sale a la calle, o incluso ni eso, sino comulga con sus ideas. Por favor, hablemos con conocimiento de causa, y con respeto. Si los titulares son los mismos y nos llevamos todo el año dándonos golpe de pecho, nada es comprensible, o ¿quizás porqué en estos tiempos que corren de duda espiritual, es un sacrificio tan grande que no se puede soportar?, o tal vez, ¿se trata de una falta de responsabilidad, de valores y de desidia? Luego nos quejaremos, pues, de esa afluencia de personas, tan necesaria, que algunos tildan de no cofrades pero que llenan las calles de nuestra ciudad y acompañan a los titulares en sus recorridos.

Es el momento de sentirnos plenos, de ser partícipes, de ver lo positivo, de no montarnos en el carro de esta cultura del descarte, del rechazo, tan de moda en nuestros tiempos, que parece que también está llegando a las cofradías. Debemos practicar una cultura del encuentro hacia la fe, que sea el amor a nuestros titulares lo que nos mueva, para llegar a la Pascua de Resurrección, que es lo que da sentido al cristiano, sintiéndonos cofrades de verdad.

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