Transiciones, límites, fronteras, juntas, gradientes, linde, divisorias, márgenes, cambios, metamorfosis. Es en ellos donde reside la clave del éxito o del fracaso. Las fases estables son fácilmente asibles, controlables, manejables una vez se aprende de ellas, y también son limitadas en el tiempo. Las fronteras son complejas, diferentes unas de otras, y son rápidas en relación a las fases estables, lo que hace que no sea posible el aprendizaje a través de la experiencia. Las fronteras son espacios en los que se impone la razón sobre lo empírico; la intuición sobre la experiencia; la intrepidez sobre la meditación. Las fronteras son lugares para las personas de inteligencia rápida y natural. Y de salir bien de ellas depende el éxito. El que las maneja con habilidad aprovecha las oportunidades de cambiar el rumbo, de derrotar al poderoso, de invertir tendencias.

Breakdowns, line-outs, melés. Fronteras muy distintas unas de otras que requieren cosas distintas al jugador. Son los límites del rugby. Allí donde la pizarra no llega del todo, donde el juego cambia, se abre una ventana por la que introducir cambios en los partidos, en las jugadas. Y en la vida. El rugby siempre nos enseña a sacrificarnos para atraer el golpe y dar libertad al compañero; nos enseña que el balón ha de entregarse con garantías, incluso a costa de desprotegerse uno mismo en un placaje; y nos enseña que en las fronteras vive el secreto de la vida.

En las fronteras la norma obliga a liberar el oval; a que este, por unos segundos, quede a merced de ambos conjuntos. Son momentos de vértigo y desequilibrio, el mar para algunos peces del caos, aquellos cuyo cerebro ve orden donde el resto no vemos nada, como artistas que buscan huecos libres en la comunicación, nos enseñan nuevos idiomas, nuevas formas de expresión fugaces y brillantes. El rugby nos enseña que esas fronteras existen, y que nuestro cerebro puede adaptarse y aprender a competir en ellas si encontramos la clave común a todas. Nada es fijo, todo es susceptible de cambiar. Y el cambio vive en esos límites. Disfrutémoslos, son parte de la vida.

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