El cierre de la temporada regular en el Nuevo Colombino refleja la máxima expresión del deporte: la grandeza y la miseria. El Recreativo estimulado mirando la Segunda y el Villanovense regresando a Tercera. La síntesis entre la exaltación emocional de cubrir un reto frente a la peripecia dolorosa inmersa en la impotencia. El Recreativo ha hecho un trabajo de hormiga: ser ahorrador y laborioso para alimentar su ilusión de ser líder en el momento preciso. Un objeto de deseo sin prisas, partido a partido recortando sin molestar. El equipo de Salmerón ha sido el equipo con más presencia estable en los períodos claves que sin vaivenes y con destreza ha sacado renta a su funcional disposición de rotar su mejor fondo de armario por encima de su ostentación futbolística. La utilidad al servicio del beneficio global.

El Recre ha sabido interpretar a la perfección el manual práctico que requiere una categoría donde es esencial la determinación en orden de progresión para alcanzar un objetivo con la acción y efecto de exteriorizar el apogeo de un estado de ánimo. Ahora llega la opción del mejor partido posible frente a un Villanovense de luto, pero con orgullo acorde a un ambiente de lujo. El Recreativo evitando distracciones en el fin de fiesta de la afición para ratificar este puesto de privilegio, que sólo ocupó en la segunda jornada y que accionó el brote de que la temporada podía fomentar expectativas tras tanto sufrimiento.

Más de ocho meses y 35 partidos después con 21 invictos implantó un embrión que ha fecundado a la espera de alumbrar un parto que llene de explosión de júbilo al recreativismo. Nadie quiere quedarse tirado por ahí con este Decano que tiene enchufada tanto a la Huelva deportiva como a la Huelva cargada de tradiciones. Disfrutar de este instante de exaltación: primero terminar líder, respetar al descendido y luego litigar los gustos sobre el rival de play off.