La semana pasada volvió a ponerse de manifiesto que ese monumento al derroche llamado Estadio de La Cartuja, en Sevilla, fue eso, tirar dinero al aire. Ahora tiene problemas con la cubierta, vaya por Dios. Esa megainfraestructura, que desde su construcción se sabía que iba a estar infrautilizada, supuso un pellizco brutal a los bolsillos; a los suyos, querido lector, al de su familiares, al de sus amigos y al de sus vecinos. Hay quien habla de que la gracia costó 120 millones; otros ponen la cifra en 160 y hay quienes incluso elevan la cuantía. El caso es que se construyó en medio de una quimera imposible: que la capital hispalense le birlara una candidatura olímpica a la capital de España. Por infraestructura hotelera, por capacidad aeroporturaria, por los transportes públicos de Madrid y por un millón de cosas más, jamás la capital del reino sería desbancada por la ciudad andaluza. ¿Y…? Pues que dio igual. Con dinero público se gastaron (malgastaron) miles y miles de millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto, y listo. Ahí quedó. Poca gente levantó la voz entonces y, quienes lo hicieron, fueron rápidamente callados: "¿Quiénes se creen que son para quitarle el sueño a nuestra ciudad de poder acoger unos Juegos Olímpicos?". Y ahí está ese estadio, ahí está esa mole.

¿Saben qué? Pues que, en el fondo, alabo a los sevillanos. Consiguieron otro estadio a sabiendas de que no se iba a utilizar más que para citas puntuales, pero ahí lo tienen. Millones de euros de todos destinados a su ciudad. Y recuerdo esto para que a algunos se le quiten los complejos y la extrema culpabilidad cuando el Ayuntamiento de Huelva (antes y ahora) se gasta unos pocos millones, infinitamente menos que los que se gastó del erario público en La Cartuja, en todo un símbolo para muchos de nosotros como es el Decano del fútbol español. Incluso estando el club muerto hemos comprobado lo que el Recre ha sido capaz de mover por lo que supone para Huelva y para su gente. Ya que las administraciones (me da igual el color) suelen pasar olímpicamente de esta tierra y ya que sólo vemos inversiones fantasmas año tras año, no seré yo quien critique al Consistorio (esté quien esté) por hacer hasta lo imposible por mantener con vida al equipo de fútbol más antiguo de España, eso sí, con una gestión decente, eficaz y eficiente. Si hay quien persigue a toda costa el título de Decano por algo será; habrá que defenderlo a capa y espada.

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