Fue la ola cultural que vivía Europa a principios del siglo XX la que llevó a que dos genios tan dispares y sin contacto entre ellos decidiesen explorar el mismo concepto en dos disciplinas aparentemente muy alejadas. Rompieron con el carácter absoluto del tiempo y el espacio, convirtiéndose ambos en la correa de transmisión que dio paso a la verdadera modernidad. Einstein y Picasso. Cubismo y relatividad. Arte y ciencia. Ambos definieron la realidad como una simultaneidad; y eliminaron la jerarquía -impuesta y no natural- de la perspectiva. Esto impregnó a todas las disciplinas, y a sus métodos de observación. ¿Cómo puedes decir si te gusta algo cuando solo lo observas desde una posición? Esa ruptura que tanto costó no acaba de desembarcar en el mundo de la información del deporte. Quizás la construcción de una visión simultánea de un estilo de juego -creado tras largas fases de carácter conceptual y de transformación en entrenamientos duros y solitarios- precise de demasiado tiempo en esta época de la inmediatez en la comunicación. El rugby se mantiene a salvo de ese inmovilismo, y es que el cambio que trajeron el cubismo y la relatividad encajó de maravilla con su complejidad formal. El cronista del oval, si conoce en profundidad el juego, ha sido pionero en lo que podríamos llamar cubismo periodístico. Los textos se leen con la sensación de que el partido queda plasmado en una idea de ideas. Un instante hecho de 80 minutos e infinitos puntos de vista. Las características de este deporte lo han hecho propicio para ser una isla de calma y calidad en la gestión de la información. La inmediatez lleva al uso de una sola perspectiva, y a un análisis erróneo del objeto. El resto de temas sobre los que trata el periodismo deportivo necesitan un equilibrio entre rapidez y excelencia. La clave está en nosotros los consumidores de información, porque nos dan lo que pedimos. ¿Qué queremos, Picasso y Einstein, o lo que nos escupe casi toda la prensa en la actualidad? Yo pediría más relatividad y más cubismo en el periodismo. Consumamos lo que queremos que nos den.