Análisis

joaquín aurioles

Barreras locales al emprendimiento

No es el viento de cola de estos años atrás, pero los nuevos ayuntamientos todavía tienen la posibilidad de aprovechar la inercia del intenso crecimiento de los últimos años, gracias a la mejora de la competitividad y al esfuerzo exportador, así como a la contribución de la demanda interna. La OCDE acaba de ratificarse en sus predicciones y pronostica un crecimiento del 2,2% para este año y de tres décimas menos para el que viene, que son tasas compatibles con la creación de empleo, superiores a las del crecimiento potencial y que nos sitúan como el único país de la Eurozona que no empeora. La clave es el crecimiento del empleo, aunque las perspectivas se hayan ensombrecido de un tiempo a este parte por la desaceleración en la Eurozona, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y los inciertos efectos de las anunciadas subidas de impuestos sobre la demanda interna.

La buena noticia es que, también según la OCDE, somos un país ejemplar en materia de facilidades para emprender negocios, aunque en el Banco Mundial no están del todo de acuerdo con esta apreciación. Una economía como la española, entre las 20 más potentes del mundo, debería aspirar a estar también entre las más atractivas para el desempeño de nuevos negocios, pero la realidad es que en el ranking de Doing Bussines estamos en el puesto 30.

Opiniones contradictorias entre dos organismos de gran prestigio, pero, independientemente de quien tenga la razón, supongo que todos admitiremos que una de las barreras más difíciles de superar por los emprendedores es la municipal. Hacienda y la Seguridad Social llevan tiempo aligerando los trámites de registro y gestión de pagos. También los ayuntamientos, aunque en unos casos con más éxito que otros. En el nivel local los problemas van bastante más allá de la obtención de una licencia o un alta en los impuestos que gravan la ocupación de inmuebles o la realización de actividades económicas. Todo es más interactivo, de manera que los problemas de los emprendedores exceden ampliamente los límites de la burocracia. La disponibilidad de suelo industrial, las facilidades de carga y descarga, la garantía de suministros básicos (electricidad, agua o internet) o los servicios a las empresas (asesoría, reparaciones, etc.) suponen obstáculos imposibles de superar en muchos municipios andaluces, por no citar problemas de vivienda o de mano de obra cualificada, en el caso de empresas de mayor tamaño.

Algunos nuevos alcaldes cargados de las mejores intenciones tardarán poco en comprobar que los obstáculos son, en muchos casos, inamovibles. Con frecuencia, incrustados en las propias estructuras municipales y alguno de ellos tan consolidados y resistentes que difícilmente admitirán correcciones. Siempre quedará el recurso a los incentivos, en forma de recompensa al trabajo bien hecho, pero ya se sabe que nuestros políticos siempre han desconfiado por el uso torticero que habitualmente se ha hecho de ellos. Lo normal es que prefieran cambiar normas y reglamentos, a pesar de estar suficientemente demostrado que no hay nada como un buen sistema de incentivos para mejorar la eficiencia de las organizaciones.

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