Hace unos años, en estas mismas páginas, ya escribí algo sobre los bares cofrades. Ahora, cuando ya no sé en qué ola de la pandemia estamos, me dispongo, a homenajear a los bares y restaurantes de Huelva. Esto puede parecer un poco frívolo en unas páginas dedicadas a hablar de cofradías y de Semana Santa, pero si echamos un vistazo a la historia de la Semana Santa, no podemos pasar por alto lo importante que han sido y son los bares en la vida cofrade.

Los más puristas, a pesar de que también acuden a los bares a hablar de cofradías, pueden que ya empiecen a ruborizarse. Qué mala es la ignorancia. Los bares han sido testigos y sus paredes cómplices calladas de reuniones de las que han surgido desde la fundación de alguna que otra hermandad hasta la elección de algún pregonero. Bares que han ofrecido sus instalaciones para la celebración de charlas, conferencias y tertulias. Pudiera parecer que hablar de bares es banalizar el asunto cofrade. Todo lo contrario.

Los bares y tantos establecimientos de la hostelería tienen hermosos episodios de colaboración con las hermandades. Prueba de ello es la cantidad de cuadros dedicados con fotografías de los titulares de nuestras hermandades que cuelgan de sus paredes, haciendo que éstos, estén presentes durante todo el año en nuestro día a día. Estos cuadros son como pequeños carteles que anuncian que Huelva es una ciudad cofrade y que vive la Semana Santa todo el año.

Hay en la historia de Huelva bares que marcaron una época en la historia de nuestras hermandades como la antigua Cafetería Viena o La Española, o innumerables bares en los distintos barrios de Huelva, de los cuales surgieron grandes ideas para engrandecer a nuestras cofradías y por ende a nuestra Semana Santa. Bares que son refugios de costaleros tras los ensayos, en los que se comentan sensaciones y lo más importante: en los que se convive y en los que se comparten experiencias. Los costaleros de las almohadillas, nuestros admirados costaleros de otros tiempos, se reunían en tabernas como La Parra Chica o la de Coronel o en otras tantas que pululaban en Huelva, y se ofrecían a esos capataces emblemáticos, para formar parte de sus cuadrillas y así, a la par que ganaban un jornal mostraban su devoción. Restaurantes onubenses que se visten con sus mejores galas para acoger las comidas de las hermandades tras los cultos y donde en un solo de cucharilla y cristal de vaso vacío, todos los comensales callan para escuchar las palabras del hermano mayor o del invitado de turno. Es difícil encontrar una hermandad que no recurra a un establecimiento hostelero a lo largo del año para algún acontecimiento. La hostelería tiene en las cofradías a uno de sus clientes habituales, a la vez que, las cofradías tienen en el sector de la hostelería a uno de sus colaboradores más fieles.

Son muchos los bares y restaurantes onubenses, que sensibilizados con el mundo cofrade, ponen como banda sonora de su diario en Cuaresma y Semana Santa, marchas de procesionales e incluso queman un poco de incienso, creando en su interior ese ambiente idóneo para que surja una improvisada tertulia cofrade. Hoy mi homenaje y mi aplauso a los hosteleros por ser parte de la historia cofrade de Huelva.

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