La gente del rugby vivimos en una interminable sucesión de autoconvencimiento. La superioridad moral que nos autoregalamos como principal herramienta para el crecimiento de nuestro deporte, como arma de conquista, como doctrina para la labor de proselitismo, resulta a veces empalagosa, siendo su resultado el efecto contrario al buscado.

Son repetitivos los escritos que vuelan por redes sociales y móviles, todos con idénticos fondos; y en todos el exhibicionismo anula todo lo que se habla sobre el compañerismo, la entrega, el sacrificio o la nobleza de este deporte. Uno declina leer por sobresaturación, y acaba por desertar de la lucha por llegar al gran público. Son muchas las cosas buenas que tiene el rugby, el que quiera descubrirlas y experimentarlas que se acerque al club de su ciudad o de su pueblo o de su barrio. Solo la necesidad de que en el club donde juega mi hijo haya niños suficientes para que él pueda seguir practicando este deporte que tanto le divierte hace que tenga algo de sentido la evangelización, por lo demás todo esto me recuerda a una frase de un fandango de Alosno que solía cantar Paco Toronjo: Quien dice "yo" es porque no tiene quien le diga "tú".

No pretendo evitar que se sigan derramando ríos de tinta sobre lo buenos que somos; sobre lo deportivos y ejemplares; sobre lo que respetamos los valores, jamás pediré a nadie que exprese sus opiniones. Pero desde aquella mamarrachada de "deporte de salvajes jugado por caballeros" o como se diga, hemos puesto más huevos en la cesta del marketing dirigido a nosotros mismos que en pedir a los dirigentes que propongan un plan serio y realista de desarrollo del rugby en nuestro país.

No quiero más vídeos motivacionales, ni textos épicos (yo también los he compartido y escrito, mea culpa). Solo quiero más rugby de verdad, que ese alberga todo eso de lo que hablamos. ¿No es mucho más interesante que las virtudes queden escondidas y que sea necesario conocer el deporte de cerca para descubrirlas? Probablemente el esfuerzo que cada persona realice para acercarse sea lo que le haga quedarse. No se lo pongamos tan fácil o no lo valorarán. El rugby es iniciático.

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