En los temas relacionados con el Recreativo estoy aprendiendo a no tener expectativas. Sólo así es posible vivir con la continua espada de Damocles que pende sobre el Decano y que lo amenaza con la desaparición. Sólo así se sobrevive a su caos interno sin morir en el intento de ayudar en lo que se pueda. Y sólo así se puede disfrutar de cada encuentro, con la única buena noticia de que el club más antiguo de España vuelve a disputar un partido, representando a toda una ciudad y a su legado histórico. Mirar más allá es una tontá. ¿Para qué?

Los recreativistas nos tenemos que quedar con lo deportivo tras el sainete que se sigue viviendo en torno a su venta y el agobio de llegar a última hora para pagar lo que se adeuda si queremos competir. Nada nuevo bajo el sol de agosto.

José María Salmerón es el puntal deportivo sobre el que se apoya el nuevo Recre. Su solvencia profesional y su buen carácter personal hacen de él una figura que representa bien los valores del Decano. Prudente y exigente. Me gusta y comparto su prudencia porque hay una plantilla nueva que necesitará tiempo para ofrecer su verdadera dimensión. Mejor no tener expectativas.

El presente en el Recre sigue siendo pagar. Y el futuro también será pagar. Y de ello dependerá en gran medida el devenir de la temporada. Ya no hay crédito para más aplazamientos porque las vidas en el Decano se van agotando. Tampoco tengo expectativas sobre el tema económico. No creo que nadie venga a regalar millones de euros por amor al arte. Iluso del que lo piense.

Eso sí, las ganas por ver saltar al Recreativo al césped del Colombino son máximas. El compromiso de darlo todo desde la grada para empujar a mis jugadores es seguro. Y el deseo de que los primeros tres puntos se sumen el domingo está intacto. Pero sobre todo lo demás, ni una sola expectativa que me haga esclavo de lo que espero.